EL ENTIERRO
Sé
que desde arriba sólo somos un montón de hormigas negras
alrededor del ataúd. Todos
y cada uno nos fijamos en el cielo y observamos los aviones
que despegan del aeropuerto;
cuando se pierden de vista, seguimos fijándonos,
inmóviles, en el vacío,
como si buscáramos en algún lugar aún más alto,
aunque sabemos
que desde mayor altura dejamos de ser hormigas
y no somos más que un solo punto minúsculo
y después ya ni siquiera somos.
Desde allí sonríe Dios.
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en “Acerca de un rincón seguro”, Casa del Traductor, Zaragoza, 1999. Trad. del esloveno de Francisco J. Uriz.
(Fuente: Jonio González)
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