martes, 30 de noviembre de 2021

Mónica Alejandra Scaldaferro (Córdoba, Argentina, 1966)

 

 

 





Mi tiempo, los tiempos de la poesía.

Mis tiempos, los tiempos de la vida.

Habrá que arder

quemarse en otros fuegos.

Ser ceniza

antes que polvo.

 

Una puñalada por la palabra de más

Una puñalada por lo no dicho

Una puñalada por la palabra olvidada

Una puñalada por la palabra ignorada

La poesía dirá: “no es suficiente”

y sostendrá la tortura

hasta la última gota de tinta

En este país de palabras, el silencio es sospechoso.

 

Los domingos se retiran con paso de gato trasnochado.

La alegría del amor se desinfla entre

los besos

que se quedan solos.

Creo en tu propósito resignado de ser lunes

pero dudo que te duelan los relojes.

Tu mañana persiste en abrir mis ojos de tortuga.

Casi

como en el mito de la resurrección

corro la piedra de la muerte

y voy hacia otra muerte.

Más allá de este corral de sombras,

 

un tero vocifera la mañana

y el cielo se rasga

en la alegría del perro corriendo entre los niños.

 

Acaban de robarse los sueños del verano.

Es de necios pretender

que una hoja seca

hable sobre el invierno.

Lo mismo siempre

en otoño: un silencio anunciado

sobre una vereda plena de latidos.

 

La luna, isla de los desahuciados

un rostro que camina

y soy

quien no logra seguirla.

La luna, el ancla, el pie.

Los días por venir,

aquellas cosas que se dispersan

cuando busco encontrarte.

 

ELLOS necesitaban hablarse.

Se pegoteaban con las palabras.

De una boca a otra boca

iban y venían ecos.

Tejían

con el hilo de su voz

 

lengua a lengua.

Se hablaban.

No dejan de hablarse

Temen que el silencio les quite su razón de amar.

 

El beso no dura más que un respiro

Es una hoguera donde se queman

dos bocas.

Los que suelen sobrevivir a este peculiar incendio

caminan sobre las cenizas.

 

(Fuente: La Parada Poética)

 

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