miércoles, 24 de noviembre de 2021

Pilar Salamanca (España, 1948)

 

3 poemas de DESEO DE NO SER YO

 





EL ANGEL DE LA CASA 

 

La única manera de fulminarte,

la única de cortar tus alas, arruinar tu discurso

envolverte en mis razones como una corteza

es o sería contestar directamente tu violencia

y sólo el resto más imprescindible.

 

Mas luego ¿qué?

animal de pico peligroso como el de las gaviotas,

animal político falsamente par

¿Qué piensas hacer conmigo?

¿Qué premio me darás por

bailar en la palma de tu mano?

 

Detrás de esa cortina, ¿qué?

Cuando no sepa más convertir mi hartazgo,

mi infelicidad mi ira en acción política

por cansancio, por vergüenza dime

¿A dónde acudiré yo si no están mis hermanas?

 

El chillido de los conejos es angustioso

pero sería un error olvidarlo

porque solo nosotras, las desolladas,

sabemos lo que nos conviene

y también, muy de vez en cuando,

 lo que nos absuelve.

 

Y por más que lo nuestro sea

apenas un breve instante en mitad de algo,

nos bastará con tener los ojos bien abiertos

y caer como una piedra, ay,

sobre tu miserable nuca.

 

 



WHISPERS

 

 

Las negociaciones entre tú y yo

no van mal del todo.

 

A estas alturas conozco bien lo que te gusta:

pechos, perfume, pestañas,

lo que sientes cuando me ves

con las piernas abiertas.

 

Aunque no siempre tenga ganas

-          caramelos ensartados en un palo de cerezo -

en ocasiones acepto e inclino mi cintura.

En otras, no.

 

Tengo nombres para cada uno de tus estados de ánimo:

alto, acalorado, fogoso, indescifrable

ambiguo, olvidadizo, feroz, indiferente

Pero tú – que yo sepa - 

no has encontrado ninguno para mí.

 

Las urracas croan como sapos,

y aterido bajo un abrigo de piel

tu resoplas y ocultas bajo la barba

el sulfuroso encanto de una sonrisa.

 

De acuerdo, haremos este viaje juntos

lo que significa, creo, que tendremos que hablar.

No faltarán buenos temas, imagino,

pues nos unen muchas cosas:

 

libros, pendientes, fragmentos y las migas

que como pulgarcitos dejábamos caer por el camino

o también, cómo era mirarse con tanto disimulo

para que el corazón no nos delatase.

 

¡Ah, se me olvidaba!

 también los susurros.



*


Agrietada, su confusión enramada

como la de una niña

que teme perder su sitio

y que la expulsen del juego

 

Sin mover los pies

o tropezando sobre el agua,

las rosas golpeando sus tobillos

al azar.

 

Y más luego, inclinarse sobre el rio,

al derretirse de los glaciares

donde tantas veces soñó

con desaparecer.

 

Rondar alrededor del globo

como si todo hubiera sucedido

de la noche a la mañana,

acostarse en una vida,

despertarse en otra

 

y seguir sin que pase nada

solo a veces, un dolor trémulo

que le quita el sueño,

un dolor pesado, devastador,

un dolor sin dolor tú ya me entiendes,

 

de cuando se esforzaba por pasarlo

con agua del grifo

a pequeños sorbos

hacia los fiordos de la úvula

para no atragantarse.

 

y después, enseguida, vomitarlo,

reconocer que se había ido haciendo vieja,

que el tiempo había pasado

pero que ella, todavía,

seguía estando viva. 

 


 

En:   Deseo de no ser yo. Ed. La Vorágine, 2021

 

(Fuente: Voces del extremo)


 

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