INTERIORES
Actas de clarividencia: in albis el
ciego reparte diez mil ciento siete
toques de bastón sobre una sien.
Para cuando el sordo, sumido en
la penumbra, los perciba, su ayuda
de cámara, el cojo, todo temerario,
le trasladará a corderetas al vestíbulo.
Mas, a su lado, el mudo, lejos de
titubear, va y asume el papel de lazarillo.
Ah, gloria a la risa floja, hola, escalera
de color.
Prodigioso que a los cuatro zarandee
una sola ráfaga, neblí.
LOS CRUCES
Suplica, vocifera, “Dame luz”.
Ojo con confiarse a los pronósticos.
En irse al traste el visto para sentencia.
¿Prueba de que tú barajas un popurrí
ininteligible de lenguas muertas? ¿A
voluntad? ¿Y flecos? ¿No su pespunte?
Eureka, el reo, émulo de un tal Wu-
Tao-Tzu, tras una palmada, se esfuma
al instante del aula de magistrados.
CUL DE SAC
Tras una vida azarosa de andarín,
trotamundos, a la vuelta de la próxima
esquina, de pronto, harto de deambular,
de un lado para otro, me detendré en
seco en un callejón cualquiera, sin salida.
Oh, sí, está claro, haré tabla rasa.
¡Fuera, al diablo con el maletín, la
lengua nativa y las lentillas borrosas!
Heme ahí, muy alerta, seguro que habré
acallado mi respirar, los pies metidos
dentro de un charco hasta los tobillos.
¿Olvidaré pues cuales eran las reglas
a las que atenerse?, ¿qué razones estriban
por medio?, ¿el precepto inicial a seguir?
No obstante, a lo que quiera darme cuenta
de la verdadera situación, entre hierático
y un tanto risueño, ¡Ziz, zas! en un fogonazo
acto reflejo, cuestión de instinto, sin
pensármelo y sin tenerlo previsto en
el guión, ni corto ni perezoso, habré
acuchillado, más bien despanzurrado,
a mi doble caminante, pillándole desprevenido.
Pronunciaré el adiós definitivo a la rémora.
Hasta soplará una brisa balbuciente
de laxitud (tamaña salvaguardia).
Con una pizca de suerte a favor, otros
zapatos, otro pisar, reemplazarán los viejos.
J.L.M.MALLADA
(Fuente: Canibaal.es)
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