lunes, 1 de noviembre de 2021

Diana Moncada (Venezuela 1989)

 

Servidos tus ojos en la mesa de los acantilados...

 


 
 
Servidos tus ojos en la mesa de los acantilados
servidos tus tendones en el plato de un niño que deletrea la invisible parquedad del movimiento
servidos tus hijos / tus hijos cubiertos de inexactos placeres sobre la yerba traslúcida
servida tu boca como un lodo que se hunde para tocar el hueso de la gravedad
servidos tus dientes para morder la melodía de los desiertos / desiertos que se abren como clarividencias y tránsitos
lo tibio de tu madre cuando reza sistemas de enumeración
lo tibio de tus nombres que desfilan entre cañones de materia oscura / oscura maleza insoportable sobre las cabezas
             madre soy alimento del tardío desierto que se levanta
servidas tus garras para arrancar los excedentes de una voz que dejó de ser
             padre soy tu niña abrazada por amplios filos de materias extremas
servidas tus mañanas / el olor de tus residuos cuando apagas la luz contra la despiadada luz servida yo porque desconozco el tacto de la música
             madre he mentido sobre los ruidos de la nieve
servidas las moscas de tu muerte
             padre tus palabras siempre fueron una piedra incomprensible
servida yo porque desconozco el color de los truenos que descansan
servidos tus hijos que vendrán por mí para reclamar lo blando de un vientre ciego de teorías espaciales
servido el histrionismo de tu voluntad que crece en un árbol de siglos primigenios
             madre he abandonado la nave nodriza para despertar en un sueño de alfombras
             adormecidas por la inercia
             padre no escuches a mi madre, el amor suele abandonarte tras un espejo vacío
servidas tus alas de ángel nonato de estúpido ángel de intermedios placeres
servida yo como un cadáver para tu autopsia en medio de instrumentos y artilugios exuberantes
             madre solo es un juego para entretener las horas que van deshaciendo sus derrames
             en la madriguera
servida yo porque insistes en usar el polvo de tu destreza inocua
servida tu memoria para que plantes en ella la historia que escribiste para ti cuando la noche
era noche y no esta eterna claridad derruida.
 
 
 

incluido en Nos siguen pegando abajo. Brevísima antología arbitraria. Colombia-Venezuela (LP5 Editora, Estados Unidos, 2020, selec. de Néstor Mendoza y Gladys Mendía).
 
 
 
(Fuente: Asamblea de palabras)

 

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