Carla Harryman sabe escribir cartas
[orgullosos de no necesitar
habitación]
Detrás
del edificio hay un continente
y
detrás del continente un niño
confunde
por
la agonía del pez, que salta y
salpica,
tiene
mucha fuerza y muere detrás.
Esto sucede en un género que
pregunta
y otro que reflexiona sobre
la
lengua.
Carla escribe: “Querido Sawako…
estoy
interesada en cómo
la
interpelación afecta
a
tu escritura”.
En Orange, California, seguro
que
un día sin números en la izquierda.
Nació el once de enero y dijo que
una mujer
conoce
bien las diferencias entre el
etcétera y la forma de eludir
compromisos, a pesar de su
altura
excesiva, 2 metros y 2
centímetros
que mantenidos en vilo
significan riqueza.
Los
americanos, ya se sabe, tienen
hijos
y afirman conocer la intención
del
recién llegado que ama el
azúcar,
y
las mujeres que se descalzan
para
beber mejor.
Eso dicen los americanos.
¿Oyes
tú como los
guitarristas
celebran
y dos calles más
arriba
el
niño y el pez del principio quedan ya para
siempre
en la historia de la
grafología?
Que
así sea es necesario
para
la pluralidad
de
los mundos
históricos.
Los poetas americanos se
cansan
y deciden levantar ahí mismo
el
campamento,
encender la hoguera, piden
a
los perros
que ladren y muerdan a los que no sepan
calentar el hierro…
Carla
Harryman
es
poeta que
ni firma
ni estrena sombrero
cuando alguien
muere.
Leen los poetas la carta que Susan
Howe escribió a un periódico deportivo
[“de verdad: lo he intentado”, escribió Richard
Brautigan
antes de la Magnum 44]
Nueva Inglaterra es el lugar de donde provengo.
No sé si es la forma más adecuada de iniciar un saludo a
amigos y hermanos.
Hay un aviso que me cruza la nuca y usa mis ojos para
reflejarse: llevo días percibiendo el sonido de algo no engendrado, que se
asoma sobre la seguridad y la santificación.
Por eso os escribo.
La gracia es dada a unos pocos y sé que la escritura ya
no me acompaña.
¿Alguien más se reconoce en esa categoría?
Los que se ganan la vida observando comen a escondidas
porque tienen miedo.
Temen que sonido y significado sean equívocos.
A mí me entristece el error que cometo cuando lo intento.
A partir de ahí cualquiera de nosotras reconocerá
que a veces el silencio se convierte en un ser.
Jon Davis quisiera casarse dentro
de un cuadro de Chagall
[¿cuáles son las diferencias entre
consuelo y satisfacción?
o al fin y al cabo, la falta de
aire también puede llevar adjetivos]
Las
jirafas tienen siete
huesos
en el cuello.
El
siguiente dato comprobado
es
que los murciélagos
comen
una tonelada
de
mosquitos al año.
He
tenido llamadas
terroríficas,
por la noche.
La
luz tiene
entonces
un
amarillo
que
solo
entonces
tiene.
Detrás,
el cuento,
sus
actores,
la
historia
en
cada uno de
sus
milímetros.
Tengo
en las manos
la
lupa de mi padre
y
observo la línea
terrible
en mi piel.
El
teléfono al que me refiero
es
antiguo comparado
con
lo que pretendo.
¿Nos
hemos quedado
en
las intenciones,
el
cielo estrellado
y
la ley moral?
Supongo
que
es
indicio de vejez.
La
anécdota es parte
de
la constelación,
aquí
mismo,
en
este exacto sitio.
Esto
nunca
se podrá negar.
Siete vértebras
cervicales,
el mismo número
en humanos.
Mil doscientos
mosquitos
por hora.
Mi
buena amiga
Dana
habla
de
la Poética
de
la Evasión.
Yo
preferiría
-depende
de quien
ponga
la música-
hablarles
de la
Poética
de la Cautela,
al
menos verbal.
Todo conduce a la
increíble facilidad
con que el poema se
deja decir.
Me gusta cuando
ocurre
a pesar
de la intención,
quizá porque
las vértebras de
las jirafas
son bastante más
grandes
que las de los
humanos.
En 1952 mi cuerpo
era la segunda y la
tercera letras
de una hipótesis.
Desde
entonces
buscan
un hueco,
un
sonido al que
incorporarse.
Cobalto es el nombre
de un poema de
David Berman.
Él esperaba que alguien
entrase, sonriera y su
cuarto se tiñera de rojo.
También es el nombre
del caballo que nosotros
jamás venderíamos.
Cuando
en 1987 yo escribía
Las
peligrosas diversiones
aún
William Matthews
y
Philip Levine estaban
con
nosotros y decidían
el
aumento del cobre
y
la dirección en verano.
Nadie entró en
la
habitación y
yo ahora veo
los
murciélagos
de Goya y creo
que
la oscuridad
es una especie
de
agua.
El
resultado es que
no
quiero estar
solo
en mi mirada,
ser
único en
mi
acto de ver.
Escribir en el aire
(Fuente: 40entenablogspot)
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