Animales
que se arrastran
En una
habitación del quinto piso del hotel apago todo
y los
focos comienzan a hacer ruidos metálicos.
En casa
siempre algún chasquido o mínimo susurro
se
escucha. Una sola vez sentimos
el silencio.
Fue en medio de dos montañas
de
piedra roja. Era todo azul cuando cerramos los ojos.
Nosotros
en medio, como comadrejas
o esos
animales que se arrastran para enfriarse.
Siempre
quise tomarte la mano ese día. Es igual
a
cuando está corriendo en la clase
de
gimnasia del colegio y te olvidás
de que
tus 30 compañeros corren con vos.
Desde
chica estar rodeada por grupos
me da
miedo. Cuando es de noche, en la cama
no
dejamos que ningún pie esté fuera de ella.
En
realidad yo rezo o pienso que las sombras
extrañas
son Dios. Estamos todos tristes
porque
no se puede escapar. El aturdimiento
de la
multitud de subte fue captada por un fotógrafo
norteamericano
en Japón. La gente salía
en
poses incómodas. Brazos y piernas
de
contorsionistas. Lo raro era la cara
de los
japoneses no mostraba sufrimiento.
La
incomodidad del amontonamiento
se hace
parte de su vida.
Como
cada día que estaba sola con vos
pero al
final nunca te diste cuenta.
La idea
es vivir cerca pero no encima
(Fuente: Papeles de Pablo Müller)
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