En el fondo una metáfora no es una analogía
Nadie más
que yo
veía
caer
esos copos
invisibles
de nieve
que tornasolaban
en la tarde
—si papá
los hubiera visto
los habría
señalado
con un dedo—
pero
lo cierto
es
que caían:
fríos
y pesados.
Llevábamos
esa nieve
triste
sobre los hombros.
Esa nieve
era
lo único
sagrado
que podríamos
compartir.
Tanatología
Como quien cuenta a las apuradas la última anécdota
antes de despedirse una compañera de trabajo se refiere
sin ambages al estado terminal de su madre
a la prontitud con que su médico de cabecera se ha sacado
un problema de encima —después de repasar imágenes
incomprensibles con los anteojos de aumento— telefoneando
ante sus mismas narices a una verdadera eminencia en la materia
el responsable de la biopsia que le practican poco después
tras un diagnóstico que explique los repetidos ahogos
y la creciente inapetencia de estos días:
se trata de una perfecta pieza de orfebrería en manos
de una naturaleza hostil que ha sabido urdir tumores
como cuentas de un collar alrededor del estómago.
El cirujano aclara que se ha limitado a limpiar
los intersticios entre una y otra pieza
para hacer de la agonía de su madre un padecimiento
relativamente más humano.
Mi compañera advierte que —contra lo que uno cree—
la intervención ha resultado exitosa
si se considera la falta de dolores o molestias
como un modo razonable de vivir.
(Fuente: El poeta ocasional)
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