sábado, 25 de julio de 2020

Giovanni Jaramillo Rojas (Colombia, 1987)

 

La vida prometida


y ahora que todos somos márgenes y barbijos andantes
verdaderos individuos debilitados levantados echados a la siesta
con la tranquilidad gelificada en un frasco antibacterial
y ahora que somos desheredados solitarios libertinos
sexos hipnotizados por la exuberancia de paranoias
potajes de riguroso retiro y comida enlatada
forzosas conversaciones con los cercanos lejanos
y ahora que todos somos la ventana sin reflejo
la virtualidad en superabundancia fluyente trascendental
el paisaje el vacío el calor de una tarde
el cuero helado del sillón en la madrugada
la afonía voladora de un pájaro desconocido
y ahora que no hay trabajo ni exterior factible
somos el espectáculo el ron el tango constante
la angustia que contempla el sol pegado a la pared
o una estrella granate en la persiana corrida
y ahora que no sabemos qué hacer con nada
y cada mente es una inquebrantable mesa de ping-pong
ahora que somos tan corrientes tan vulgares
como un discurso del presidente o un partido de la Libertadores
como el capítulo de Los Simpsons en el que los delfines se toman Springfield
el descubrimiento el único descubrimiento
es que no hay descubrimientos
mi perro prestado Cheveroni caga cada ocho horas
mi amigo Jero se volvió a su país en un vuelo de zombis
los pechos de mi novia siguen igual de avainillados
y todo se hace más y más dramático terrible
oscilamos como luces de ambulancia
zumbamos como viejo televisor Sanyo sin señal
estiramos nuestras manos limpias mendigando solución
desacreditando obvio la toxina que nos separa
nos volvimos una pesada llamada en espera
la larga fila en el supermercado desabastecido
repasados en eso que sucede con exactitud y que es intangible
nos aguantamos nuestra presencia ejercemos vigilancia
en casa propia extraña a las 10:43 de la mañana
y ahora que la vida puede encontrarse en el último sorbo de una taza de café
en el recuerdo de la foto navideña del abuelo antes de
en la figura de una moto nueva estacionada sin usar
distante de esos legajos imaginarios que son la rutina
podremos volvernos feroces vividores sentir el sabor
el olor de lo aplazado lo real lo asombroso
y ahora que somos la otra vida la prometida
y lo hemos leído todo incluso las obras completas de los bares
todos temblamos y estornudamos hacia adentro
con ganas ideológicas no físicas de gritar
mientras la muerte se emborracha pagamos su bebida
nosotros que somos su resaca y su pasión




(Fuente:  La emboscadura editorial)



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