sábado, 25 de julio de 2020

Franco Buffoni (1948, Gallarate, Italia)



Bajo la estatua del constructor de barcos de guerra




Bajo la estatua del constructor de barcos de guerra
la canoa más grande tiene un motor de diésel,
hasta atraviesa el canal
el puente en que han dejado
su huella los camiones que intentaban pasar,
lleva hasta un centenar de soldaditos
en un ritual eslavo bizantino.
El culto se había difundido
en las provincias de más allá de Sava
con la Virgen en medio del retablo,
el mantel puesto a secar
y plasmada sobre un cuadrado rojo
la marca alemana de una radio.
«¿Son ostras, comandante?»,
preguntó contemplando el cesto
el joven teniente,
«Son veinte kilos de ojos de serbios,
obsequio de mis hombres»
contestó sonriente el coronel. Tenía
junto a la mesa del despacho
los ojos que los croatas
habían arrancado a sus rehenes.







En Patagonia los leones marinos 



De cuando Lévi-Strauss dijo a Sartre
que hacía falta empezar a estudiar al hombre
sin sus particulares privilegios.
 
 


En Patagonia los leones marinos
De cuando Lévi-Strauss dijo a Sartre
que hacía falta empezar a estudiar al hombre
sin sus particulares privilegios.
En Patagonia los leones marinos
pasan sobre la playa dos meses cada año,
las leonas paren.
Los machos pesan unos cuatrocientos kilos,
las hembras cien, lo cual hace imposible toda lucha.
Pocos días tras el parto, al que asisto en diferido,
cuando aún la leona se encuentra amamantando,
es codiciada por un león autre
–no hay pertenencia de hembra
si no es durante el acto–
y separada del pequeño, que a su vez
atrae la mirada de otro león.
Y aquí la escena se desdobla en la ribera:
de un lado la leona, retenida a la fuerza
por el primer león, de otra el pequeño
a merced del segundo, que lo sacude cuanto quiere.
A esa edad –dice aquí el comentarista–
es muy fácil que los leones jóvenes
confundan a un pequeño con la hembra.
Unas horas después el pequeño está exánime.
El león, claro está, no quería matarlo
–pues si esa hubiera sido su intención
podría haberlo hecho en un segundo–.
Fue sólo inexperiencia,
el tributo que paga la especie al desarrollo.
La madre –libre al fin– recupera el minúsculo cadáver.
También yo he visto gatos gordos comer recién nacidos,
a sus hijos incluso, sé que entre tiburones
hasta puede pasar que el más grande
se coma al hermanito antes del parto
in ventri matris.
Desde el día en que bodas, juicios, aras
dieron piedad a las humanas fieras
para sí y para otros...
pienso en el niño que en Turín golpeó
hasta la muerte el padre, un veinteañero,
porque lloraba y le impedía dormir,
en prueba de que una raíz del mal
es zoológica. El mal que experimenta
la rata que es de una manada
y llevan al territorio
de otra manada de ratas.
Horripilante.








Sotto la statua del costruttore di navi da guerra



Sotto la statua del costruttore di navi da guerra
La più grande canoa ha il motore diesel,
Attraversa persino il canale
Il ponte basso coi segni dei camion
Che tentarono di passare,
Trasporta fino a cento fantaccini
Di un rito bizantino slavo.
Il culto si era diffuso
Nelle province ecclesiastiche oltre Sava
Con la madonna al centro della pala,
la tovaglia stesa ad asciugare
E su un riquadro rosso ad ombreggiare
La marca tedesca di una radio.
«Sono ostriche, comandante?»
Chiese guardando il cesto
Il giovane tenente,
«Venti chili di occhi di serbi,
omaggio dei miei uomini»
Rispose sorridendo il colonnello.
Li teneva in ufficio
Accanto al suo tavolo.
Strappati dai croati ai prigionieri





In Patagonia i leoni marini



Di quando Lévi-Strauss disse a Sartre
che bisognava cominciare a studiare l'uomo
senza particolari privilegi.

In Patagonia i leoni marini
Due mesi all'anno stanno sulle spiagge,
Le leonesse partoriscono.
I leoni pesano circa quattrocento chili,
Le leonesse cento. Questo rende impossibile ogni lotta.
Pochi giorni dopo il parto a cui assisto in differita,
Mentre ancora allatta, una leonessa
Viene concupita da un leone autre
– Non vi è appartenenza di femmina
Se non nell'atto –
E separata dal piccolo, che a sua volta diviene
Oggetto di attenzione di un altro leone.
Qui la scena si sdoppia sulla riva,
Da una parte la leonessa, trattenuta a forza
Dal primo dei leoni, dall'altra il piccolo
In balìa del secondo che lo sbatacchia come vuole.
A quell'età – commenta il giornalista –
È facile che un giovane leone
Scambi il piccolo per femmina.
Un paio d'ore dopo il piccolo è esanime.
Naturalmente il leone non voleva ucciderlo –
se quella fosse stata la sua intenzione
Avrebbe potuto farlo in un secondo –
È stata solo inesperienza,
Il tributo che la specie paga alla sua crescita.
La madre intanto – liberata – recupera il cadaverino.
Anch'io ho visto gatti grossi mangiarsi dei neonati
Persino loro figli, e so che tra gli squali
Può avvenire che il più grosso
Divori il fratellino prima ancora del parto
In ventri matris.
Dal dì che nozze e tribunali ed are
Diero alle umane belve esser pietose
Di se stesse ed altrui...
Penso all'infante picchiato a Torino
A morte dal padre ventitreenne
Perché piangeva, non lo lasciava dormire
A conferma del fatto che una radice del male
È zoologica. Il male che accade
Al ratto di una certa tribù
Se introdotto nel territorio
Di un'altra tribù di ratti.
Agghiacciante.







Fuente: http://www.francobuffoni.it/files/pdf/guerra_jda.pdf
Enlaces en español:
http://artesanosliterarios.blogspot.com/2012/03/franco-buffoni.html
http://www.eldigoras.com/pdi/19fbuffoni01.htm
Enlaces en italiano:
http://www.francobuffoni.it/
https://puntocritico2.wordpress.com/2018/08/27/franco-buffoni-la-linea-del-cielo-milano-garzanti-2018/



(Fuente: El poeta ocasional)

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