La nieve roja, que cuando aparece
trae luto en el sur, quema los brotes
y hunde barcas nocturnas en vorágines
de siroco o monzón a flor de olas,
se anunció como un signo de desgracia
el año en que naciste. Reconfórtate,
sin embargo, disuelve tus temores
allá en el trébol de tu huerto: cae
el mal año, el mal ánimo, el mal de ojo,
después del novilunio, al cuarto día,
si por vos ruega un alma a medianoche.
Y yo ruego por vos, siempre he rogado.
Y reído y llorado y blasfemado.
[Versión de Pablo Anadón
Córdoba, 26-V-19]
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