martes, 26 de mayo de 2020

Jesús Urceloy (España, Madrid, 1964)




 Salmo 25
Llegaron las lluvias,
llegaron con su nombre de risa y su cara de perro,
con la derrota enunciativa y un caracol en las manos,
con los ojos heridos,
con la expresión doliente de un herido de sed.
(La policía entró en la casa de cada uno de los pobres de mi barrio, entró en mi habitación, revolvió el frigorífico, tomó al asalto el sofá, cerró uno a uno todos mis cuadernos.)
Dijeron no sé ya, tal vez dijeron algo,
disculpenos la lluvia nos moja el uniforme,
hacía frío aparte la mirada
déje abierta la casa
deja ya de mirar no mires más imbécil,
tal vez dijeron algo en una lengua oculta,
se fueron sin romper mi corazón cobarde..
(En mi casa la lluvia entraba como una herida abierta, en mi casa la sangre huele a jabón de niño, en mi casa hay un pecho empalado a una boca, hay una herida abierta parecida a una boca, en mi casa no se oye gritar ni al desaliento, en mi casa la espera tiene nombre de cuna.) 
La lluvia ya no moja el suelo de esta casa.
 
 
 
(Fuente: Poesía de El Toro de Barro)

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