DEL ROCE DE NUESTRAS PIERNAS…
DEL ROCE DE NUESTRAS PIERNAS…
Del roce de nuestras piernas asomará un varón o una hembra.
Y tendrá el cabello largo como el heno que acariciamos entre gritos esta noche.
Esparciremos un blanco semen y goteará en los tejados,
se recostará en los flancos,
girará en la brisa como eco quiñado en nuestras manos.
(Nacimos desnudos y salvajes,
estirándonos gruesos muñones cercenados en el frío de la distancia,
ya calmados del brío fogoso, de la hoguera ardiente,
de la noche cubierta de espasmos y estrellas.
Nacimos removiendo nuestros cuerpos deformes y depilados,
con el viento calmo esperando remover el astillado lecho,
donde los padres se revolcaban con el sudor de las sábanas
entre sus muslos agitados).
De esta noche nacerá un varón o una hembra con el roce de nuestras piernas.
En tu vientre nutrirás carne tuya con tu propia carne.
Desde la ingle sentirás los dolores
y su cabeza irá creciendo hasta abarcar todo el cuerpo.
Donde vayas irá contigo.
Donde calles callará contigo.
Donde duermas dormirá contigo.
Lo alimentarás con la sangre y la carne.
Y se irá de un tirón cuando estés echada sudando todo el peso de su silencio
Déjame acariciar tu piel como agua deslizándose entre mis manos.
Recostar el cuello en el vientre y revolcarnos hasta oscurecer la noche.
Desnudemos nuestros cuerpos con la brisa y que el olor del heno
nos cubra esperando la mañana en el hastío inmóvil.
Sólo nos pertenece esta noche.
Se lo llevarán como nos arrancaron a nosotros de los brazos,
se arrastrará en las calles escalando los elaborados peldaños.
Irá donde tú no vayas.
Callará donde tú hables.
Dormirá donde tú no duermas.
Está amaneciendo y veo las barbas del tiempo sobre nuestras sombras.
Abrázame: que se aleje con el sudor de los dos cuerpos,
y su piel olerá como el heno de la noche.
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