“La urna maternal se ha fraccionado y de ella se desprende
nubecilla microscópica de astros.
Succiona, amorosa, la tierra.
Le arrastro.
Soy ariete que rompe la capa oscura.
Penetro un mar sin fondo;
penetro un relincho sin fondo.
Grado a grado le penetro y me penetra.
No puedo escurrir la dentellada de famélicas tenazas; aferran mis
neuronas y ordéñanles el piro-lácteo-látex.
–¡Kiii! ¡Kiskiskiskis!
Son larvas de sus Sapos Nenglitos. Caigo sobre ellas con las cuatro
manos del antropoide y las arrojo en blancos hectoplasmas
a sus arterias.
–¡Kiii! ¡Kiskiskiskiskis!
Volveré al seno de la tierra; pero Él será el Emperador del Palacio de Oro.
La velocidad es el peso de la necesidad.”
(Fuente: Lab De Poesía)
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