Al fin y al cabo sólo existe esta sombra harapienta
a donde me han condenado
sin dolor y sin queja
donde golpeo mi leña y trituro mi pan
y recojo mis huesos dispersos
allí allí
de donde vuelvo con mi pedazo de muro.
***
Un techo que sube hasta mi frente
una bóveda donde el viento se detiene
en el seco vacío del aire
este instante comienza más allá
comienza en la roca
parte hacia el deshielo de la luna
renuncia a su respiración
como la ventana frente a la tarde que chisporrotea
como el frío que intenta detener a la memoria
como el agua franqueada por la hierba.
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en "Este suelo secreto. Poemas 1992–1993", Monte Ávila, Caracas, 1995.
(Fuente: Jonio González)
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