jueves, 30 de diciembre de 2021

Farhad Pirbal (Hawler, Kurdistán, 1961)

 

 Mi juventud fue una guerra


 

Farhad Pirbal, nacido en 1961, es tal vez el mayor innovador de literatura kurda del siglo XX, tanto en poesía como prosa. Su primera colección, Exil, escrita entre 1984 y 1990 en su ciudad natal de Hawler, capital de la región kurda de Iraq, y en sus viajes exílicos por el continente europeo, expone la influencia de los surrealistas franceses y otras escuelas europeas, un vínculo entre literaturas internacionales que Pribal argumenta fue esencial para el desarrollo de la literatura kurda del siglo XX. Un experimentalista empedernido, ha explorado la poesía visual y el caligrama, creando, por ejemplo, un poema con la forma de la Torre Eiffel -una gran hazaña en ortografía kurda-, y experimentando con el borrado y la tachadura de los textos más icónicos del nacionalismo kurdo. Sus innovaciones formales también se extienden hasta su prosa estilizada. Su trabajo deja entrever un agudo sentido de nostalgia por tiempos más simples, el Kurdistán de sus recuerdos infantiles. La poesía es una crónica de exilio y desplazamiento, de añoranza y de la no-pertenencia. Nos recuerda que el retorno al hogar de uno no es un regreso del exilio, porque del exilio no hay regreso. Este poema largo fue escrito en París en 1992, y esta traducción, hecha con Jiyar Homer, el más importante traductor del kurdo al español, viene de una antología poética que lleva el mismo título, que será editada por Gato Negro en la Ciudad de México en el 2022.

 

 

REFUGIADO NÚMERO 33.333

 

En ese tiempo tenía diecinueve años

Aún no había visto diecinueve ciudades

Ni diecinueve pueblos

Ni diecinueve barrios

Incluso ni diecinueve de las calles de mi ciudad,

Así que ninguno de mis poemas, jamás, excedió diecinueve versos.

 

Mi juventud fue una guerra; se me escapó.

Tan temprano empaqué las memorias de mi niñez y me fui

Teherán en ese tiempo, una gran mezquita colorada,

En cada banqueta, una mujer: de luto, sentada.

Estaban adivinando los futuros de los jóvenes y adolescentes exiliados como yo:

“Entonces, como el profeta Moisés,

¿A dónde me dirigirá el mar de la libertad del exilio?’’

 

Estaba pensando irme a pie

Hasta China, la gran China.

A veces también pensaba en Kapoor

Él mismo y su elefante y sus nueces y sus canciones.

Y a veces decía a mí mismo: “voy a bautizarme en los sagrados ríos Indo y Ganges;

Quizás los dioses de allí me presentarán con una fortuna mejor.”

 

En el camino me detuvieron las almas de Avicena y Baba Taher

En el santuario exiliado de aquellos dos me encontré con la hermanastra del tío de mi padre

Que tenía cuarenta y cuatro años, exiliada allí de Hawler como una daga de oro de la era de los asirios:

Como Baba Taher

Como el nombre de una hierba de la zona de Joshnaw

Exiliado dentro del libro El canon de la medicina de Avicena.

 

La hermanastra del tío de mi padre

Deseaba que me casara con su hija de diecisiete primaveras de edad,

Y mis pensamientos se profundizaban hasta las memorias de mi infancia y del camino del exilio ante mí.

República Islámica de Irán

Karaj

Campo de los refugiados kurdos iraquíes

Celda Ayatolá Montazerí

Refugiado número treinta y tres mil trescientos y treinta y tres

Atención: Farhad Pirbal

¡Esta fue la dirección de un año completo de mi juventud!

 

Fue allí que yo, por necesidad, soñaba con Europa, el mar y la libertad.

Allí, en una celda larga de cincuenta y cinco metros

Con cincuenta y cinco camas de cinco ruedas

Solamente se prendía una linterna.

 

Allí, en una cárcel oscura como las de la Edad Media

Donde solamente podíamos ver los ojos de la niebla por siete horas cada semana,

Allí, en una ducha

Donde nos daban solamente una barra de jabón cada tres meses,

Allí, en una tarde cansada y llena de moscas

Donde treinta y tres mil trescientos y treinta y tres personas a la vez

Hicimos cola para un pedazo de carne

O para una gota de sopa llena de mosquitos.

 

Allí, junto al Edificio de los derechos humanos,

Allí, donde fue una cárcel durante los años de la guerra,

Allí fue donde yo por primera vez

¡Soñé con Europa, el mar y la libertad!

 

Allí,

de vez en cuando, recibimos los mensajes de las almas exiliadas:

Estocolmo recientemente devolvió a seis refugiados,

Berlín Este nos echaban los perros policía desde el aeropuerto,

Berlín Oeste nos usaba para limpiar sus cementerios,

Londres: sus metros,

Florencia: nos otorgaba a las garras sangrientas de Bagdad

Chicago: nos privaba hasta la muerte,

París: no nos daba ningún lugar menos las banquetas,

¡Y en ese tiempo aún ninguno de nosotros había escuchado los nombres de Oslo, Viena y Zúrich!

 

Copenhague fue, para mí, la única puerta.

Aunque sabía: mi aislado hermano del alma Søren Kierkegaard,

Hace ciento treinta y tres mil años

Se murió en su ciudad de miseria y vagabundeo:

Cada tarde cuando regresaba a su casa con sí mismo y su bastón babeante

Los niñitos del barrio le apedreaban y se burlaban;

Y aunque yo sabía:

Ibn Battuta el marroquí

Hace siete siglos y siete años

Se hundió en el interior de este queso apestoso y escribió:

Dinamarca

Su clima apestoso

Su lengua apestosa

Su moraleja apestosa

Pero a pesar de esto

Copenhague fue, para mí, la única puerta.

 

En ese tiempo tenía diecinueve años.

Aún no había visto diecinueve ciudades,

Incluso ni diecinueve de las calles de mi ciudad.

 

Las grandes guerras del ’74 y ’80 azotaron la primera mitad de mi vida.

Quería salvar la otra mitad de mi vida en el exilio.

Estaba preguntándome a mí mismo con tristeza:

“¿Crees que en esta segunda mitad de la vida

podré salvar mi primera imagen?”

Cuándo te marchabas de Teherán

La seguridad del aeropuerto no dejaba que los refugiados kurdos iraquíes

¡Sacaran ni una sola tira de un billete de cinco dólares!

Y… ¿sin dólares ni dinero qué se puede hacer en el exilio?

Había algunos que lo escondieron en los calzones, la mano sobre el corazón hasta cruzar.

Había algunos que lo escondieron en los calcetines, la mano sobre el corazón hasta cruzar.

Había algunos que lo escondieron en el cuello de la camisa, la mano sobre el corazón hasta cruzar.

Incluso había algunos que lo escondieron en el ojete,

La mano sobre el corazón hasta cruzar.

Y yo: solamente

Algunos libros y algunas memorias;

Y la mano sobre el corazón hasta que crucé.

 

Cuando llegué a Estambul quería escribir una novela sobre el Muertestán de Teherán.

Cuando llegué a Damasco quería escribir una novela sobre el Doloristán de Estambul.

Cuando llegué a Ostbahnhof quería escribir una novela sobre el Kurdistán de Damasco.

 

Fue en Ostbahnhof que por primera vez me enteré

¡Que vine de un siglo tan viejo e insensato!

¡Lo pobre que soy, lo pequeño!

 

Fue en Ostbahnhof que me enteré:

Mi perspectiva ya se está ensanchando, mi poesía ya se está alargando.

 

Remordimiento de apatridia y el taconear de las memorias sobre mis hombros,

Desde esta ciudad a esa ciudad y desde este tren a ese tren

Me encontré en la isla de Mitte Grand;

Y el mundo, como el reloj tan alto del barrio judío en la ciudad de Praga

Circulaba frente a mis ojos y

A veces, en las tardes

Resonaba en la profundidad de la herida de mi exilio.

 

Me quedé seis meses y seis días en la isla de Mitte Grand,

La isla donde Hitler mismo se escondió por seis meses durante los tiempos de guerra,

La isla donde ya no vivía otra criatura más

menos yo y sesenta refugiados y una gallina de cola corta.

 

Ciudad a ciudad seguí los pasos de los piratas:

Skagen,

Aalborg,

Aarhus,

Roskilde,

Y finalmente Copenhague,

Copenhague:

Ese frío queso apestoso

¡Que parecía una groenlandesa muerta y congelada!

 

¡Qué raro!

Estaba pensando en Copenhague:

Estoy a diecisiete mil sitios

Y dieciocho mil horas de lejos de mi patria.

¡Qué lejos estoy,

Y mi infancia qué cerca está! ¡Qué tragedia es!

 

En Copenhague, como sus piratas bisabuelos,

Solía ratear y viajar.

O como los navegantes y meteorólogos viejos,

Tuve que mantener los ojos siempre en el termómetro

Para saber cuando la temperatura se elevara un poquito y pudiera ver al sol.

 

Europa es Europa, ¿no ven?

¿Cuál es la diferencia entre las gågade, las calles peatonales de Copenhague y Estocolmo?

¿Cuál es la diferencia entre las sonrisas mentirosas de la playa de Snekkersten y

las sonrisas frías de la costa de Helsinki?

¿Cuál es la diferencia entre los paseos por el parque cerca de Vesterport

Y los mismos paseos por los jardines de Hyde Park?

¿O viajar en un crucero hacia Varsovia

comparado con viajar en un crucero hacia Folkestone?

La cerveza Tuborg es el mismo Tuborg,

¡Y el refugiado… solo es refugiado!

 

Pero a pesar de todo esto, No:

Cada viaje es como conocer a una chica nueva,

Cada viaje es como estar con otra mujer, ¡al menos para tomar un té!

 

Di la espalda al Mar Báltico y, desobediente, en algunos trenes perdidos

Me perdí como Kokoschka en sus pinturas,

En algunos caminos vagabundos

Vagaba como el chico calvo en el camino mítico.

Con muchísimo deseo y pobreza

Me morí como Luigi Pirandello con su mujer paralizada.

Seguí algunas gitanas húngaras

Que en las fronteras ricas de Alemania y Suecia

Jugaban al circo y recogían monedas como tapones de rosca en un sombrero profundo.

 

En mis ojos el mundo se estaba alargando más y más como un acordeón escocés,

Y el cable de telégrafo de las llanuras vacías transportaba mis ojos,

Y yo siempre encomendaba mi alma a los lindos pájaros,

Sabía, como Natali, que jamás los volvería a ver.

 

Aaagh; comparado con el mío, los exilios de Haji  y Nali  ¡Eran pan comido!

 

Poco a poco

Llegué a distinguir entre el olor de un país y otro,

Llegué a distinguir entre

Las oraciones cortas de Hemingway de las largas de Proust,

Llegué a distinguir entre los colores de cada puerto,

Llegué a distinguir

Los ojos de los retratos de Modigliani de los ojos de Chagall,

Llegué a distinguir entre los estilos de cada aeropuerto,

Como las notas tristes de Vivaldi de las notas enfadadas de Wagner,

Llegué a distinguir entre los olores de las mujeres de cada ciudad,

Como los cuerpos de las mujeres de Gauguin

De los cuerpos de las mujeres de Giacometti.

 

Como un lobo que siente su sangre derramándose

Sentía que mi poesía

Se alargaba día tras día.

Como la salud y el confort

De las ancianas judías portuguesas de París,

Como el exilio acuoso y desesperado de Sharif Pasha en Montecarlo,

Sentía que se alargaban más y más: cada verso que escribía…

 

En ese momento cuando deje Hawler, aún

No había visto diecinueve ciudades,

Incluso ni diecinueve de las calles de mi ciudad;

Así que ninguno de mis poemas, jamás,

Excedió diecinueve versos.

París: 1992

 

Nota introductoria y traducción del kurdo por Jiyar Homer y David Shook

 

 

 

فەرهاد پیرباڵ Farhad Pirbal nació en Hawler, la capital del Sur de Kurdistán, en 1961. Es un galardonado escritor, poeta, pintor, crítico, cantante y académico. Estudió literatura y lengua kurda en la Universidad de Slemani, fue admitido en la Unión de Escritores Kurdos en 1984 y poco después publicó su primer libro, una obra de teatro titulada Despedida a mi país. Se emigró a Europa en 1986, eventualmente continuando sus estudios en el Sorbonne. Al terminar su PhD regresó a Kurdistán y dio clases de literatura kurda en la Universidad Salahaddin. En 1994 fundó el Centro Cultural Şerefxan Bedlîsî en Hawler. Hasta ahora ha publicado más de 70 libros de sus escrituras y traducciones, incluyendo una antología de su poesía, El Refugiado número 33.333, y su primer libro de cuentos, Los Comedores de papa.

ژیار هۆمەر Jiyar Homer (1996) es un traductor y editor kurdo. Trabaja entre español, inglés, árabe y persa. Sus traducciones se han editado en: Estados Unidos, Reino Unido, Argentina, Afganistán, Armenia, Dinamarca, Suecia, México, Chile, Colombia, Venezuela, Nicaragua, El Salvador, Kurdistán, Irak, Irán y Turquía, en publicaciones como: World Literature Today, Buenos Aires Poetry, Círculo de Poesía, Álastor, Literariedad, Carajo, The Brooklyn Rail. Ha traducido a autores como: Borges, Cortázar, García Márquez, Bolaño, Rulfo, Paz y Neruda, para su publicación en varias revistas de Kurdistán. Sus proyectos actuales incluyen la traducción al inglés con Alana Marie Levinson-LaBrosse de los cuentos de Farhad Pirbal, que pronto aparecerán bajo la editorial estadounidense Deep Vellum. Junto a David Shook trabaja en una selección de poesía de Pirbal al español, para su publicación en la editorial mexicana Gato Negro Ediciones. También realiza la primera traducción de Juan Carlos Onetti al kurdo y La Ciudad de Vapor de Carlos Ruiz Zafón por پەیک (Peyk) Ediciones. Actualmente reside en Slemani, donde es miembro del colectivo کەشکۆڵ (Kashkul), el Centro de las artes y la cultura de la Universidad Americana de Irak, Sulaimani (AUIS), y también contribuye como editor a la revista literaria kurda ئیلیان (Îlyan).

دەیڤد شووک David Shook (1986) es un poeta y traductor de California. Sus veinte traducciones al inglés incluyen libros de Mario Bellatin, Jorge Eduardo Eielson y Conceição Lima. Su poemario Lenguas de obsidiana, traducido al español por Pablo Jofré, fue editada por Los Perros Románticos (Santiago, Chile) a finales del 2019, y sus poemas más recientes se han publicado en Periódico de Poesía (México), en la traducción de Tedi López Mills. Está por salir un breve libro sobre la edición de libros artesanales con Barba de Abejas (Buenos Aires). Shook ha vivido por varios años en Kurdistán, donde ha colaborado para traducir a 18 escritores de la región al inglés y español. Proximamente sus co-traducciones de Farhad Pirbal serán editadas por Gato Negro Ediciones (México).

 

 

(Fuente: Santa Rabia Poetry)

 

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