jueves, 30 de diciembre de 2021

Poetas chilenas

 

ÉPOCA MUJER; POETAS
⚪

√ MARÍA MONVEL
(1899-1936)
 
INTERIOR

Suman penas mis nostalgias.
Hace frío, llueve, hay viento.
La vida plena en mi alma
y el corazón descontento.
Lograda en puño nervioso
la felicidad sostengo.
Mis hijos ríen en coro...
y el corazón descontento.
De toda la dicha grande,
nada se fue entre mis dedos,
pero se escapó una brizna
y el corazón descontento.
Por una brizna tan sólo,
por una brizna padezco,
y con juventud y amores
y el corazón descontento.
Chisporrotea la llama,
la llama que es mi elemento.
Nunca ha quemado mi piel...
y el corazón descontento.
Los dedos que mis mayores
hilo en la rueca tejieron
maltratan el corazón,
y el corazón descontento.
Los dedos ociosos, y
como fragua el pensamiento.
¡Oh rueca de mis mayores!
¡Oh corazón descontento!
Tejeré largos hilos
con mis aguzados dedos
y ataré mi corazón,
mi corazón descontento…
 
 
 

√ MARÏA BAEZA
(1900•1936)
 
ROPITAS

Cuando corren locas las lluvias
de la primavera, lluvias últimas
entre los vientos soleados,
me encuentro las ropitas tuyas
hechas con la tela que envuelve
los bulbos de los jacintos,
hechas con las lunas que corrieron
entre zarzales espesos de olor
y sobre praderas y praderas.
El aroma de tus ropas
canta su ardiente canción
en la cepa roja de la encina
o cuando se torna negro y ruge
con su garganta apretada de lluvias,
que es más cálido de encontrar
que tu zapatito de lana
que guarda la forma rosada de tu pie
y sus cinco botones de flores separadas.
 
 
 

√ MARIA CRISTINA MENARES
(1914•2012)
 
PRESENCIA DEL MILAGRO

Cómo enterrar este milagro bajo la tierra densa,
bajo la sombra y la escarcha
cómo sepultarlo;
cómo dejar solo lo más allá de la ceniza,
de los senderos inmóviles adonde
el eco no alcanza y enceguecidos
caen los ojos de la luna.
Este milagro que viene de un silencio
o de una cuerda, iluminado y puro
como gota de luz, sortilegio que respira
de señales profundas, de párpados
casi rojos y manos estremecidas
de repetidas voces que en aire
permanecen y pétalos musicales
que tiemblan en cada lágrima.
Cómo aquietar bajo la nieve
sus alas de vuelo libre y en ateridos
climas abandonar su corazón.
Cómo ahogarlo lentamente,
poco a poco, gota a gota
bajo corrientes oscuras
y humedecer hasta la muerte
el vigor de sus raíces,
y ese rumor de ola joven
que sube por sus latidos,
y ese afinado temblor,
y aquella luz esmeralda
que lo circunda de golpe,
y aquel súbito arco iris
que de la entraña le brota.
Cómo cubrir de hojas secas
su presencia conmovida
y acallar con una piedra
toda su sangre de música.
 
 

√ EMMA JAUCH
(1915•1999)
 
EL MUNDO ENCANTADO

No me gusta oír noticias de tragedias.
Esas tremendas historias de tragedias
Esas historias de hombres atrapados
en las minas nocturnas, y de viudas
y de niños apresados,
un puñado de angustia, a la entrada
de negros socavones.
Evito las noticias de naufragios,
y de bombas arrojadas
sobre pequeños países
y de gente huyendo.
Evito mirar fotografías
en que algún guerrillero
tiene de pronto el rostro
de Cristo asesinado.
Además, ya se sabe:
los periodistas exageran tanto,
y luego, todo esto
ocurre tan distante.
Tranquilizada entonces,
yo vuelvo a mis asuntos,
porque el invierno ya se acerca
y debo presenciar las tormentas,
los fríos,las escarchas,
con la estufa encendida
desde adentro.
 
 

√ MARIA SILVA OSSA
(1918-2009)
 
PAISAJE INTERIOR

Vivo la casa con sus flores de vino.
En el suspenso del mantel
yerguen las lechugas
sus verdes llamas.
Los niños de mis venas
juegan en las alfombras
y sus risas encienden los rincones.
En la jaula de su oreja
la ventana escucha su monólogo,
y el viento mezcla lunas
al enjambre de sus árboles.
Bajo la carpa de la lluvia
se adormece la plaza
con una rosa en los cabellos.
Apresura la escalera
su eterna huida,
y las sombras borran
lentamente la conciencia.
 

 

√ BERTA AGUIRRE VIGOUROUX

(1919•1977)

MÄS

 
Después de haber vivido
estas horas ávidas de noche,
y de haber subrayado tu nombre
en la línea azul del horizonte,
quiero más.
Después de haber teñido de oro
las techumbres de argamasas
de las paredes y de haber bebido
lluvia en la copa de los árboles,
quiero más.
Después de haber besado tus manos
amorosas y de haberme hundido
un poco en la lumbre de tu alma,
quiero más.
Después de haberme dado
completa a la existencia
y de haber parido hijos
y algunas pocas letras,
y de quedarme apenas mi piel
y mis vestiduras,
quiero más, y muchos más todavía,
y más y más ¡y más!
La muerte no debe sorprenderme
sentada en una silla.
 
 

√ REBECA NAVARRO

(1920•2005)

ROSSANA

 
A veces me miro en un torbellino de vidrios rotos,
duras aguas, y no me es posible
asirme al rostro que veo,
se aleja, se esfuma,
después de crueles brumas, marchito renacer,
quisiera partir.
Hoy,
a través de empedernida niebla,
te recuerdo, abnegada luz,
amanecer de un día entre las hierbas
cuando la vida parecía un tren
de colores internándose
en un cielo distinto.
Supe de tus escuálidos deseos
de atarme a tu alma.
dulce, vegetal,
superior a todas las posteriores.
Tenías claridad de aguas selváticas,
corazón de cristal
a mil planetas de la estulticia...
Y este llanto celeste...
Ah, defensora de mis momentos verdes
y encendidas locuras...!
¡Si pudiera verte ahora
como aquella noche
en que fuiste madreselva
cubriéndome el corazón...!
Eras.
Sí: eras.
Y la luna enredada en los sauces
te tornaba bella, vírgen.
Te comparaba con una pintura
del siglo quince...
Eran hermosos tus pasos,
tan reales,
como tu sollozo más inmenso
que el mar recién conocido...
Yo quería todas las sendas,
sentarme a la orilla
de difuntas lluvias, conocer
rostros ennoblecidos y alucinantes,
ser viento siempre vagabundo,
a toda hora enamorado, y caminar,
vencer muertes y resurrecciones
al amparo de diáfanos carnavales...
Tú venías de un reino establecido
entre relámpagos y truenos,
allí donde tus hermanos
son apenas mínimos
sembradores de lunas y soles...
Amabas esos pueblos
aquellos pasos morenos, mocetones
sin futuro ni sendero,
heridos, despojados, ¡nunca vencidos!
Me enseñaste a amar a los primeros
dueños de mares y tierras.
Y te pedí no anclar tus sueños
en esta ciudad agonizante entre duros disfraces,
devoradora de tórtolas y manzanas.
Te dije: es mejor para ti volver
a tu patria milenaria...
Nos perdimos.
Aún recuerdo la serena noche en tus manos,
tu cara de calle abandonada
 
 

√ SARA VIAL
(1931•2016)
 
VALPARAÍSO A LA GIRA

Noches de temporal, Valparaíso,
y tú, barco a la gira
procurando no hundirte,
soportando las ráfagas furiosas
en tu cola de zinc,
sosteniendo tenaz
tus inclinadas cubiertas de madera.
Aferrados a tus cerros o mástiles
despertamos en la eléctrica noche
sintiéndonos aislados y lejanos
con el viento llamando
en bocinas de barco
que inunda corredores y terrazas.
Y en el espectro verde del naufragio
el que entra desnudo en un relámpago
con su timón perdido.
Por eso, es tu gemido
de escampavía loco a medianoche
lo que nunca olvidamos.
Nunca como en la furia tempestuosa
eres tú mismo, y te reconocemos
como un trueno cayendo
en los tejados bruscos de la infancia.
Inundado y barroso después del temporal,
tus luces encendidas hasta el amanecer,
desafiando el oleaje que te estrella
sin cortar tus amarras
de óxido y ausencia.
Hemos visto bajar en los torrentes
lluviosos de los cerros
tu pobreza elevada en los andamios
que sostienen los pájaros,
pálidas cacerolas
descascaradas en las nubes,
pedruscos, utensilios que ns muestran
su dramático frío, su golpeada
vecindad con el hombre.
A nadie le sorprende que en invierno
rueden ladera abajo
puertas, ollas, naranjas,
oh. declive mortal para que todo-ruede,
para que todo irrumpa
por túneles y escalas.
Mi ciudad marinera, carrusel
en el peligrogirando en los tobillos
del planeta,.
Huracán, precipicio,
pájaro carpintero allá en el Molo,
organillo de sal contra la lluvia.
Rascacielo de lata clavándome
su invierno, ah, calamina indómita,
cañería sin término sonando
a medianoche con la olvidada
lluvia de mi vida.
 

 

√ ESCILDA GREVE

(1916-91)

MULTITUDES

Eran las diez en los relojes
de las constelaciones ignoradas
y en el revés del tiempo
fluían sombras devorantes
llevando la dulzura ametrallada
de penetrante mordedura.
Eran las diez en punto
y el mundo andaba ausente
con sus astros, sus mares,
y con sus multitudes
tratando de lavar la sangre de la historia.
Cuando estaban sin vida
sobre su propia vida,
cuando estaban crecidos
del odio bajo su odio
cuando tenían lástima
de su yo junto al llanto.
Cuando sentían sed, cuando acosaba el frío,
cuando el horror tomara
como albergue sus ojos,
supieron que no estaban nacidos,
sino armados.
Siendo las diez, el temporal rompió la esfera
de todos los relojes, para esconder
la angustia y en el revés del tiempo,
las sombras se esfumaron.
 
 
RÍOS√2021
 
 
(Fuente: Marcelo Sepúlveda Ríos)

 

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