A diez años de la muerte de Nicanor Vélez (2011-2021) Instantes para un insomnio (2004)
I
Sólo el que asciende
siente la fuerza del abismo.
Éste es el camino ascendido;
el precipicio:
descenso desde el punto cero.
II
Del tiempo
-la común circunstancia de vivir
instantes sucesivos-
sólo tenemos la certeza de su nombre.
III
Y el tiempo se vuelve precipicio humano
por el que caemos sin vértigo ni gloria,
y nos tornamos bestias sin recuerdos.
IV
El tiempo se condena
en este sueño que postergo.
El deseo roza las pupilas
y una silueta se consume.
V
Del abismo surge
un silencio:
campanilla en suspenso.
VI
En el laberinto de las mil y una puertas:
la multiplicidad te inmoviliza.
VII
La incertidumbre es el lado equidistante del azar.
VIII
El silencio sale a consolarnos
del último grito de los muertos.
IX
Una voz que tiembla entre un silencio turbio
se detiene
mientras un rayo cae
y los reúne
dejando un silencio de cenizas.
X
A veces la voz es más que abismo:
Silencio sin fuente
y fuente en el silencio.
XI
Todos los días
-como un altivo sauce se derrumba-
Caen
las fauces de un intenso
y prolongado grito.
XII
Lo mejor, tal vez, hubiese sido dejar que el tiempo se hiciese cargo del olvido. A fuerza de girar sobre éste, la espiral del recuerdo fue construyendo su propio laberinto: grietas abiertas, voces inconclusas…
XIII
Seres en los que la pasión reluce
como el escudo de un guerrero casto.
XIV
Quiebra mi inocencia con la ira de ese monstruo:
y sólo lograrás reproducir mi espíritu
en miles de cristales
pefectamente alados.
XV
… y yo que a veces me trepo
en la frente del delirio. }
XVI
Caminamos vulgarmente
con zapatos de bronce.
XVII
Continuamente giro mis ojos hacia adentro como si contemplara el mundo sumergido. Siento un olor lejano como si fueran grutas en la humedad del mundo.
XVIII
Hay puertas que se cierran
como párpados
para no volverse a abrir.
XIX
A Gabriel García Márquez
La fantasía subyuga,
la imaginación redime.
XX
Su voz se esparcía
como una arruga
naciendo en el espejo.
XXI
Voy a hacerme diminuto
como una flor silvestre
cuando lucha.
XXII
Cuerpo de espíritu y de carne
como una estalactita
tentando el espacio del vacío.
XXIII
He reposado inquieto
en los rincones del silencio.
XXIV
La ironía es esa cuerda que se extiende entre la verdad y la muerte. Ansias de ser y violencia de no ser.
XXV
A Adolfo
Definitivamente, no sobra repetirlo, sólo queda en nosotros aquello que vivimos al borde del abismo: fuerza, delirio, huella que se cristaliza, salto mortal, a veces extravío: abrazo que se entreteje entre el instante de gozarnos y esa mueca burlona de nuestra propia muerte que nos provoca a diario.
XXVI
Viajar:
dejar que el espacio
sea tiempo.
XXVII
Incierto, como un meteoro
que sólo espera su caída terrestre,
su hundimiento violento,
para entrar, eternamente,
a su estado de reposo.
La luz que parpadea. México. Ediciones Sin Nombre. 2004. Págs. 65, 66, 67, 68, 69, 70, 71.
(Fuente: La Mecánica Celeste)
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