A MI PADRE / A MI FUTURO HIJO
A MI PADRE / A MI FUTURO HIJO
“Las estrellas no son hereditarias”.
–Emily Dickinson.
Había una puerta y luego una puerta
rodeada por un bosque.
Mira, mis ojos no son
tus ojos.
Me atraviesas como lluvia
que se oye
desde otro país.
Sí, tienes un país.
Algún día lo encontrarán
mientras buscan barcos perdidos…
Una vez me enamoré
durante un choque en cámara lenta.
Nos veíamos tan en paz, el cigarro flotando desde sus labios
mientras nuestras cabezas latigueaban
en el sueño y todo
estaba perdonado.
Pues lo que oíste, o vas a oír, es verdad: yo escribí
un tiempo mejor sobre la página
y miré cómo el fuego la reclamaba.
Algo siempre se estuvo quemando.
¿Entiendes? Cerré mi boca
pero aún podía saborear la ceniza
porque mis ojos estaban abiertos.
De los hombres aprendí a alabar el grosor de las paredes.
De las mujeres
aprendí a alabar.
Si te dan mi cuerpo, tíralo.
Si te dan cualquier cosa,
asegúrate de no dejar
huellas en la nieve. Sabe
que nunca elegí
el sentido en que las estaciones se suceden. Que siempre fue octubre
en mi garganta
y tú: cada hoja
que se rehúsa a oxidarse.
Rápido. ¿Puedes ver el rojo oscuro cambiando?
Esto significa que te estoy tocando. Esto significa
que no estás solo, incluso
cuando no lo estás.
Si llegas antes que yo, si no piensas en nada
y mi rostro aparece ondeando
como una bandera rota, date la vuelta.
Date la vuelta y encuentra el libro que dejé
para nosotros, lleno
de todos los colores del cielo
que los enterradores han olvidado.
Úsalo.
Úsalo para probar que las estrellas
siempre fueron lo que sabíamos
que eran: las heridas
de cada
palabra mal disparada.
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Traducción: Rodrigo Círigo
(Fuente: Meta Poesía)
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