REFLEXIONES POSTRERAS
Se ha muerto la filósofa,
y el filósofo sigue vivo.
Por qué se ha muerto la filósofa,
qué dilema no supo resolver.
Se ha arrojado una precipitada
casi encima de mis pies.
Qué componente le faltó a la bióloga
qué endorfinas no la asistieron.
Se ha quitado del medio otro parado,
qué desdicha corroía sus entrañas,
quién tejió la soga para su gaznate,
qué perverso sistema lo expulsó.
Lo perfecto no deja entrar a nadie,
decía Elías Canetti,
y lo imperfecto empuja a salir,
diría yo.
En: Bancales de perfume. Editorial Cenlit.
(Fuente: Voces del extremo)
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