martes, 2 de noviembre de 2021

Rashidah Ismaili AbuBakr (Benín, Africa Occidental, 1947)

 

 

Hay madres que esperan, año tras año,
cartas que llegan con poca frecuencia,
fotos preciosas de algún estudiante
que lee otros textos en palabras que suenan
extranjeras a sus oídos poco educados.
Se reúnen en cocinas, bajo acacias,
al abrigo de los olivos
para hablar de cosas que nunca han visto.
 
Son las madres que casan
hijos con hijas que abandonaron
hace muchos, muchos años. Son las que
apaciguan decepcionadas cabezas
doblegadas por la tristeza dentro de sus hiyabs
recordando a aquél que ha de volver, pero no por ellas.
 
Y ellas, las madres, luchan
por arrodillarse y estirar un brazo renuente
bajo colchones enrollados a diario,
buscando una caja de cartas envuelta en trapos
blancos que lavan cada quince días.
 
Ellas leen, sobremodulando las palabras,
lo bien que le va a éste.
Lo buena que es la escuela.
Lo mucho que confía
el supervisor en ellos.
Lo pronto que volverán a casa.
Lo mucho que llegarán a apreciar a
quien su amor ha elegido: la nueva hija que han
de traer al patio.
 
Han llorado en años silenciosos.
Las lágrimas no hacen ruido al deslizarse por sus pómulos
y papadas, las han adiestrado para no ser escuchadas.
 
Por años han esperado
una palabra amable,
un hijo que se fue hace tiempo,
un cielo despejado,
el silencio de la paz.
 
 
 
(Fuente: La parada poética)

 

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