miércoles, 3 de noviembre de 2021

Pablo Ananía (Rosario, Santa Fe, Argentina, 1942)

 

 

NIETZSCHE CRISTIANO 

 

“No es que algo empiece / Ni termine: está” (Freidemberg).
 
 
Un ojo ve el sol. Una mano
siente la tierra. Eso es verdad.
Ninguna otra verdad puede ser
tan cierta. Este mundo se toca.
Es real.
 
Aquél cuya vida transcurre
de presente en presente y
ese otro que a la vez soy, 
 
escéptico que sólo en su voluntad
se afirma y supone que sólo su voluntad
hace real al mundo, 
 
oh Señor, ambos por igual en un dios
creen.
 
El escéptico en un sí mismo superior,
el otro -Nietzsche cristiano- quizás
en un altísimo. 
 
Creen. Dicen creer. 
 
El de la boina de carpincho, un cazador
hostil a dios, cada jornada se alza y cae
de rodillas, renace y cae 
 
y renace 
 
como si un tallo verde, erguido aún,
por sí solo pudiera irrumpir en otro reino
y algún día de gloria arrebatarle su poder
a dios. Ese, es obvio, cree. 
 
Y aquel otro, que se vuelca a astucias, que
no abandona el oro y los perfumes
aunque sabe que los aromas aniquilan, 
 
ese otro que soy
también anhela la corona 
 
Como si con su verdad pudiera ser un hombre
sin dios alguno.
 
A solas en este mundo
de vicios y dolor
una mano tiende
al sol. Un ojo ve el muro
de una ciudad muerta.

 

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