miércoles, 23 de septiembre de 2020

Tania Ganitsky (Colombia, 1986)

 

 

Algunos poemas de Desastre lento

 

EL MUNDO va a acabarse antes que la poesía

y habrá nombres

para diferenciar el olvido de la fauna

del olvido de la flora.

La palabra esqueleto solo se referirá a los restos humanos

porque habrá una forma particular

de describir el conjunto de huesos

de cada especie extinta.

Habrá un nombre para designar la última chispa de fuego,

un nombre primitivo como el del maíz,

y otro para la transparencia del río

que muchos se habrán lanzado a atrapar

al confundirla con sus almas.

Las crías nacidas ese día no se tendrán en cuenta,

pero la palabra parto sustituirá la palabra ironía que ya habrá sustituido la palabra tristeza.

Y habrá un léxico de adioses,

porque se dirán de tantas formas

que llenarán un libro entero, que es lo que quedará del amor,

de la literatura.

El mundo va a acabarse antes que la poesía

y la poesía continuará afirmando su devoción

                                                            a lo perdido.

 

 

 

 

DICEN que la última llama

se encenderá

en el océano.

En el vientre de la ballena

que hospeda los mitos olvidados,

en su canto,

que conjura el retorno de los dioses.

Pero yo he escondido

unas cerillas

para amparar las llamas

de la tierra.

 

 

 

 

 

LOS CABALLOS no iban a vivir

tanto tiempo.

Pero encontraron ofrendas

en el sueño de los muertos.

Allí pastan, beben agua y, a veces, 

se acercan a las manos

cubiertas de panela

que brotan como flores dulces

a su alrededor.

Doblan el cuello y reciben la ternura

que también debió extinguirse 

hace tiempo.

 

 

 

 

EL RUMOR DE LA NIEVE

                       

Me preguntaste por el venado

de cola blanca,

por qué justamente ese.

 

Porque va desapareciendo,

 

la punta blanca de la cola

solo es el comienzo,

después se extiende por todo su cuerpo.

 

Las orejas son más resistentes

y demoran en perderse

en el rumor de la nieve. 

 

En parte por la pasión

de sacudirme la voz de encima,

como un animal mojado;

 

y en parte por asemejarse al olvido. 

 

Tuve que haberte hablado

del parentesco

entre los animales y la música;

 

decirte que hablo del venado

como pongo una canción para desaparecer.

 

 

(Fuente: Arcadia)

 

 

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