Algunos poemas de Desastre lento
EL MUNDO va a acabarse antes que la poesía
y habrá nombres
para diferenciar el olvido de la fauna
del olvido de la flora.
La palabra esqueleto solo se referirá a los restos humanos
porque habrá una forma particular
de describir el conjunto de huesos
de cada especie extinta.
Habrá un nombre para designar la última chispa de fuego,
un nombre primitivo como el del maíz,
y otro para la transparencia del río
que muchos se habrán lanzado a atrapar
al confundirla con sus almas.
Las crías nacidas ese día no se tendrán en cuenta,
pero la palabra parto sustituirá la palabra ironía que ya habrá sustituido la palabra tristeza.
Y habrá un léxico de adioses,
porque se dirán de tantas formas
que llenarán un libro entero, que es lo que quedará del amor,
de la literatura.
El mundo va a acabarse antes que la poesía
y la poesía continuará afirmando su devoción
a lo perdido.
DICEN que la última llama
se encenderá
en el océano.
En el vientre de la ballena
que hospeda los mitos olvidados,
en su canto,
que conjura el retorno de los dioses.
Pero yo he escondido
unas cerillas
para amparar las llamas
de la tierra.
LOS CABALLOS no iban a vivir
tanto tiempo.
Pero encontraron ofrendas
en el sueño de los muertos.
Allí pastan, beben agua y, a veces,
se acercan a las manos
cubiertas de panela
que brotan como flores dulces
a su alrededor.
Doblan el cuello y reciben la ternura
que también debió extinguirse
hace tiempo.
EL RUMOR DE LA NIEVE
Me preguntaste por el venado
de cola blanca,
por qué justamente ese.
Porque va desapareciendo,
la punta blanca de la cola
solo es el comienzo,
después se extiende por todo su cuerpo.
Las orejas son más resistentes
y demoran en perderse
en el rumor de la nieve.
En parte por la pasión
de sacudirme la voz de encima,
como un animal mojado;
y en parte por asemejarse al olvido.
Tuve que haberte hablado
del parentesco
entre los animales y la música;
decirte que hablo del venado
como pongo una canción para desaparecer.
(Fuente: Arcadia)
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