NECRÓPOLIS
aquí el centinela vigila la necrópolis,
aquí puertas de piedra sólo abiertas al alba,
aquí la sala para los esclavos que esperan
con la sal y la leña para los sacrificios,
aquí el olor de aceite y de flores bravías,
aquí la fresca gruta en estío y el cálido
refugio para lobos y liebres en invierno,
aquí donde la noche, de puro impenetrable,
sólo es rota por lámparas muy tristes y tambores,
aquí la terracota que no ha visto la nieve,
aquí el cuenco, la piedra para majar la grasa,
aquí ánforas de trigo negras por el gorgojo
y el último de agosto con cáscaras doradas,
aquí las huellas tiernas en el húmedo barro,
aquí el primer cadáver irreverente, enorme,
el romano aguerrido de las tropas de Augusto
y el bastón y la huesa del bárbaro celoso,
aquí los idolillos de piedra sin cabeza,
aquí donde no entró un labio de mujer,
aquí el grito, los rezos al dios de la negrura,
aquí el ara y la sangre no sabemos si humana,
aquí la tosca cátedra de los astros hambrientos,
aquí la sala grande y las mil hornacinas,
los cantos arrojados por las manos sin nombre,
la honda desolación de las vasijas rotas,
la tremenda hecatombe de las santas ceniza
Del libro Sepulcro en Tarquinia, Colección De Viva Voz, Visor Libros
(Fuente: Aire nuestro)
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