Visio Tondalis
Visio Tondalis
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Desde el país mortecino hacia el cielo bruñido
un ángel empuja por el traste
al ánima sorprendida
en un huevo de luz.
Un loco encasquetado con un caracol en el cráneo
echa raíces en el barro.
La vieja no mira al espejo de la víbora,
sino al guerrero en su casucha;
la gata y el cerdo rostizan una oreja,
las torres arden, oímos el coro de chillidos.
Con alas de espigas la rata mariposa
busca carroña en un culo de paloma.
La tierra es ocre y arañada de espuelas y de cuernos.
Un escriba se encarama en el estribo del dinero
con escasas rodillas.
Flagelantes bichos con látigos
infectan la iglesia.
Golosos comemos lagartijas, nos muerden los escuerzos,
el pecado es un sol oscuro.
(Me amamanté de ella en un rezo seco,
disecadas de tobillos las viejas marsupiales
merodeaban mi lecho en llanto)
Un pulular incoloro carcome
la mansión de la razón,
el conocimiento hurga y revuelve la osamenta.
Testarudas las torres y las jaulas
siguen ardiendo
en llamaradas de pulgas.
No hay ni un bote en las aguas que susurran.
Inflado por la lechuza y el ratón de iglesia,
el hereje tendido sobre un cuchillo
desliza el centro de su vientre
por el filo impío, la cruz.
Los huevos se cascan, en la maleza bostezan los peñascos,
una cucaracha exhuma un ataúd,
un gato lame un patíbulo, un ternero se ahoga en la horca.
Todos al mar, nadie en la costa,
esta es mi tierra madre.
El aliento se hace viento,
la baba lama, y crezco hacia mis pies,
crepitando en hielo y hierro.
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traducción y adapt. Jan de Jager
(el poema de Claus es una versión en palabras del panel derecho del "Jardín de las delicias" del Bosco, también conocido como "El infierno musical", e incluye referencias a otros cuadros del Bosco.)
(Fuente: Jan de Jager)
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