martes, 1 de septiembre de 2020

Ramón Palomares (Venezuela, 1935 - 2016)



PREHISTORIA 


Una antigua boca de mí sobre los cráneos de sus parientes muertos
y me llaman quejidos sombríos
escarbando ira y miedo.
Y aparece la muerte acuclillada
en su espejo tortuoso;
y desde el sentimiento aún confuso
que el gorila ni el tigre alcanzaran nunca en sus ciegos rugidos,
la luna del poema se expande
en el vivo fuego y el rudo balbuceo;
y el cielo en sus carbunclos
espanta visiones y destiempos
en el ardor de esa comida ronca
donde clarea la eternidad;
y así el poema asciende hacia otros soles
iluminando el sitio
en que la intimidad abre su inmensa oreja,
y se vuelca entre raptos y extravíos
ardiendo en universos cada vez más lejanos,

abriendo y entrañando
hacia las regiones no humanas
−Otras−
que sueñan sin embargo sueños mortales.






DESPERTAR


El animal rojizo
bañándose con aire nuevo,
estrenando su fuerza
va en el fulgor de ondulantes praderas.
Ningún acoso en el resonar de sus patas.
No ayer No mañana Sólo su imagen y bramido.
Perseguido de su gran esplendor,
sólo espacio para su hambre, pasto salvaje y viento.
Todavía no se ha inventado la muerte.
El infinito no se ha escapado todavía.
Tan sólo una gloriosa voluntad
Resplandece.






PRECIPICIO


Los rebaños en la parda meseta:
moscas sobre una hoja marchita.
Un pájaro
una aterida conversación de torcaces.
El alma: Añoranzas
El corazón: Ese oscuro cristal que brilla
y grita al fondo. 






ARROYO
 

Tiene una carrera de cola de pájaro.
Pájaro Mosca
Colibrí largo
y baila y baila sobre el trébol.
Habla como el ala de una cigarra
Dice que es Páramo
Cielo verde
Copas …
Y se va. 






TABACO


Sobre los parapetos, colgando de las trojas
la plumosa turba de aromas.
Es la purísima hilacha Varinas
Ya viene su humo azul
Ya sale su barco y ya se van sus torres
a nortes turbios y salones de juego
acunando el sueño de mujeres evanescentes. 





(Fuente: La parada poética)

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