miércoles, 23 de septiembre de 2020

Patricia Díaz Bialet (Buenos Aires, 1962)

 

 

LA PECERA

 

 
Sin nada más que beber
ellos se sumergen con la cola erizada
y el placer de acomodarse las vértebras
como lo haría un viejo abanico de topacio.
 
Nadie jamás podrá saber la medida del agua que abarca su fantasía
ni de qué manera comparan sus escamas azules con las nuestras.
 
Y pensar que esa cueva de vidrio proviene de la arena donde hubiesen nacido,
la misma cárcel que los expone ante mí como un legendario trofeo.
Yo solamente me limito a observar la gasa de su piel
recorriendo la pecera en busca de vida,
porque sería imposible conversar con quien se extraña ante el mundo
de una forma distinta.
 
Eternamente
ellos conservarán el misterio de la Tierra
como eslabones abiertos que interrogan la historia.
 
Desde la prehistoria
descubro el lamento del camino equivocado. 
 
 
 


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