miércoles, 8 de julio de 2020

Joaquín Marco (Barcelona, 1935 2020)



La literatura es el artificio

 

Para que le perdonaran el no amar
se fundía en la luz, porque deseaba la noche.
Temía al mar y gozaba en los sueños de sus cuevas profundas.
Era pájaro sin vuelo y asustado venado en la tormenta.
El amor, la ocre mancha en un lienzo.
Es fácil transformar una historia, vida ajena, en poema,
relato, novela o sinfonía: jugar a la mentira.
Porque los personajes son infinitos, ambiguos y contradictorios:
odian por amor; se suicidan de felicidad,
mueren por exceso de vida; cantan desde la mudez;
son encarcelados por su virtud; se drogan por curiosidad;
cabalgan blancos caballos en las playas desiertas;
naufragan, fallecen de cáncer hereditario.
No es difícil construir rostros con ojos de diversas tonalidades,
narices de variados tamaños, bocas de finos labios (el rictus de la crueldad)
o gruesos (lascivos y envenenados), pómulos, frentes amplias
o estrechas, barbillas, cabelleras o calvicies sabias.
Pueden ordenarse también los cuerpos según diversos tamaños,
senos turgentes o caídas tetas, cinturas de avispa,
cortas o largas piernas, abismales sexos, culos de variados misterios.
Debemos, sin embargo, al diseñar los monstruos,
frutos de pesadillas o ensueños, dejarlos a su propio aire.
Pueblan paisajes asimismo ficticios, entrevistos en los viajes,
desde trenes desviados de su ruta, cuidadosamente vigilados.
El objetivo es disfrazar la vida, quedarse en las palabras.
La literatura es el artificio. El bulto oculto del autor en el armario,
un capítulo, la lámina de historia natural.
 
 
 
 
 

Diario inexistente
 
Todas las páginas están en blanco: tu diario.
Los recuerdos se confunden,
las fechas resultan ya improbables.
Tienes en la memoria una mezcla
de lo vivido y lo imaginado.
Tu vida es una anécdota fugaz
e intrascendente. Tus olvidos
alcanzan las palabras. Se reiteran
los pasos en la nieve, te persiguen los huecos,
identificas los vacíos. Tu perdida memoria,
los seres que te amaron, aquellos que murieron,
sus ojos fueron verdes o ciegos.
Te amaban en su noche: esas sombras.
Nunca anotaste fechas, llantos, una playa
desierta, extraviados en los caminos
sin salida. Repasas cuidadosamente
estas páginas albas. Desmemoriado, sin filtro,
te has convertido en un interrogante.




(Fuente: El poeta ocasional)

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