jueves, 12 de septiembre de 2019

Wallace Stevens (EEUU)


El poema que ocupó el lugar de una montaña



Allí estaba, palabra por palabra,

el poema que ocupó el lugar de una montaña.
Él respiraba su oxígeno,

aún cuando el libro estaba vuelto sobre el polvo de su mesa.
Le recordaba cuánto había necesitado

un lugar al que ir por su propio camino,
cómo había vuelto a componer los pinos,

apartado las rocas y andado con cuidado entre las nubes,
hasta hallar la atalaya que fuera la adecuada,

donde estuviera él completo en un o explicado completarse:
la roca exacta donde sus inexactitudes

descubrieran, por fin, la vista hacia la cual había avanzado,
donde pudiera echarse y, fijando los ojos en el mar,

reconocer su única y solitaria casa.



(Fuente:  El Hombre aproximativo)

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