Ropa ligera
Hoy, suavemente me cierro en mí mismo y me lleno de rencor.
El collar conserva el olor a incienso de los dos palitos de flor de loto que llevabas para tus
paseos.
En las mangas están tus ojos llenos de lágrimas durante los buenos tiempos,
Y todavía la sombra de los girasoles bordada bajo la luna
Que se reflejaba en secreto delante de tu pecho cuando cerrabas los ojos.
En tus cejas, la luz débil del otoño entró en tu casa brillando.
No abras el armario, ¿acaso quieres ver cómo está la ropa vieja?
Me parece escuchar tu voz de nuevo y de nuevo me dice:
«No te das ni cuenta y los días se vuelven cada vez más cálidos».
Olvidaré el hielo y la nieve del invierno.
Desconfiar eternamente de tu dulce voz sería engañarme.
Trad. Blas Piñero Martínez
(Fuente: Asamblea de palabras)
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