Extraño fruto
He aquí la cabeza de la muchacha como exhumada calabaza.
De cara oval, piel de ciruela, y por dientes los huesos de ciruela.
Desenredaron el helecho húmedo de su cabello
Y exhibieron su rizo,
Dejando al aire su curtida belleza.
Cabeza de sebo, perecedero tesoro:
Su nariz rota, oscura como un terrón de turba,
Las cuencas de sus ojos vacías como estanques de las antiguas obras.
Diodoro Sículo confesó
Su progresiva calma ante cosas así:
Asesinada, olvidada, anónima, terrible
Muchacha decapitada, que al hacha planta cara
Y a la beatificación, que planta cara
A lo que había empezado a sentir como reverencia.
(Fuente: Biblioteca Ignoria)
No hay comentarios:
Publicar un comentario