POEMA
El
sol viaja todo el día,
luego
se oculta.
Vamos
a usar tus zapatos,
pues
ya casi son viejos.
Desde
su regazo inescrutable,
un
pollo con una pata de madera da su cara al mundo.
Toda
esta gente corre en círculos.
Me
pregunto qué hacen en tiempo real.
Traducción:
R. Círigo
EL
QUE AMA Y HUYE
La
mala noticia es que el barco aún no llega;
la
buena noticia es que aún no zarpa.
Lo
siguen cargando nativos con sombreros cónicos
sobre
sus cabezas. Aquí vienen los transistores,
plátanos,
durián (fruta que, se dice, tiene olor nocivo),
mamilas,
fotocopiadoras y recuerditos,
¡unos
tan gloriosos! Nada útil, excepto llaveros,
relicarios
que necesitan adornarse, una pelota para meterle vida.
Sin
embargo, es difícil no imaginarse la pérdida.
Pienso,
aunque no puedo estar seguro,
que
todo esto se está sumando a mi cuenta.
¡Ay
de nosotros! Nunca vamos a pagar,
aun
así, ni en un millón de años.
Todo
es promesa.
Demasiado
tarde, actuamos fuera de las rimas necesarias,
tipos
honestos, temerosos de Dios, que exhiben el trasero,
ansiosos
por aceptar la mano que el destino les deparó
y
jugar con ella. Ahora, la tristeza café es la librea
correcta
para cuando salimos. Es importante
encontrar
una copia de la reproducción y enviársela
o
revendérsela, “y con leche”.2
Eso
era lo más agradable que tenían, feliz cumpleaños.
¿Por
eso recibiste un mandato?
Porque
me gusta más aquí, cerca del centro.
Te
sientas en el sofá.
Toma
un vaso de algo.
Vas
a oír una ciudad.
Traducción:
R. Círigo
(Fuente: Revista El Humo)
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