lunes, 23 de septiembre de 2019

Jesús Sanoja Hernández (Venezuela, 1939 - 2007)


Frente a un barco


La llegada a puerto de seres y cargamentos. Sandro se acuesta
entre el pavo real y las nubes, de buena gana comería
junto a la sombra.
Toda la ola está hirviendo, Bolívar escucha
tras el muelle, el perfume es sordo, como vino añejo
se pega a los labios, tan abiertos.
Corazones congelados, el negro que cruza hacia las cajas,
gaviotas empapadas en salsa de manzana, ese pudridero
en el rincón, cerca, muy cerca del mar más claro,
lejos, muy lejos de calles que dan al universo.
Como ángeles bajan los rayos, invariablemente puntiagudos,
y frente al promontorio más lívidos, menos seguros
donde el puerto extiende bello pergamino.
A cada golpe de agua sobrenada potencia de sal
y el bautismo de las uvas asciende y cae, o es la mirada
lo que asciende y cae,
o es el trecho cubierto por legiones ciegas
entre calores que flotan, vahos que sudan,
buques que gimen como toros en acecho.
Mr. Hood toca el torso grasoso de los indígenas,
dos tiburones se enfilan hacia el horizonte
y la mujer parece amante frágil
cuando muerde la guayaba, cuando en redes asoma
sustancia pulposa y ebria. Mr. Hood
y sus hijas rubias, una de ellas tuerta,
extienden las manos hacia Oriente,
en eso el cielo cruje, en eso la paloma luce, en eso
250 fardos
abren las puertas de la aduana.
Mr. Hood toma el larga vista, Mr. Hood dice ¡Oh!



(Fuente: Jámpster)

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