msrperformance23Sanbdopoeta•
JORGE JOBET BURQUEZ
POETA1916-1998CHILE
COSTUMBRES CASERAS libro1990selecΩ
COMPROMISO CON EL TIEMPO
Nuestro tiempo es mañoso y azulado,
partido en dos con vida y esqueleto,
al alcance del hombre en compromiso
y de orgullos
velados
de los reyes.
Deben tener su fin las ascensiones
y no seguir su desafío al viento,
peldaños y peldaños que nos tiran
de la raíz más honda del cabello,
rompiéndonos la dicha de acostarnos
sobre la piel vertida de un carnero.
Ese carnero
que nos tiene
en duda
acerca del destino de la oveja.
Por todos lados las incitaciones
con su porfiado imán nos redondean,
cortan a la persona sus aristas,
nos transforman en círculo y en serie,
producimos los bienes materiales
y de pie nos morimos como un héroe.
¿Dónde me encontraré con nuestra máscara,
con mi yo,
con mí mismo,
con mi gente?
El tiempo es un barniz escurridizo
repartido
en los tramos
de la muerte.
AMENA CHARLA
Temo que las langostas
destruyan las ciudades,
las veo muy a plomo
con aviones al brazo.
De vigilar su estela
la paciencia se acaba.
Mi abuelo es una cosa
crecida de un balazo.
Al mismo tiempo existe
el doctor en sarcasmo.
Trata de pervivir
con boticas a mano.
Físicos en carriles
duplican sus ganancias.
Yo prefiero el pimiento
con un jote en sus ramas.
Nuestro cerebro pesa
lo que un puño crispado.
Si un congreso te elige,
mañana serás alguien.
Venga luego la guerra
del tigre contra el tábano.
Enséñale a tu abuela
el valor de los gastos.
Progresa el almacén
de chupetes con balas.
Mi inclinación profunda
me lleva a la botánica.
Otros intensifican
estudios sobre el parto,
cómo partir las niñas
con su interior intacto.
EL MAXIMO DE ESTRAGO
En boca de cañón las estrategias,
el máximo de estrago.
destrucción del país,
asolamiento, ellos se lo quisieron.
Devuelvo este revólver por inútil,
ha sido suficiente,
ni un hermano me queda
y la familia de mí se está alejando.
¿Sería tan bribón el pobre bruto,
tan
falto
de sentido?
Marino con artritis
en su piélago.
Muy tarde para ver,
para humillarse,
pedirles mil perdones
por quererlos,
adiós
estoy
diciendo
LUNA VERDE
La luna verde monta a caballo,
sale del pozo, brinca y cojea,
muele los trigos en los sembrados,
sigue unos cursos sin aritmética.
La luna verde del argonauta
come del dulce de la balística,
rama en el berro de camarones,
búho en la noche de pan sencillo.
La luna verde se desparrama
por los helechos con sus langostas,
boga en la espuma con Dios en brazos.
huérfano el cielo, franca la rosa.
La luna verde de los soldados
con hondo polvo de cementerio,
tiñe la mesa del cirujano,
riela entre frascos con su receta.
La luna verde bajo las aguas,
sobre los ojos de una lechuza,
cuerno en un reno con su nevada
cuando cadáver salve su altura.
Marque las huellas del esperado
en una sala con idealismo,
luna en el yugo de las aldeas,
racimo de uvas en lento vino.
Es la esperanza que nos sujeta
con su cadena de carne asada,
la luna verde de nuestras trillas,
la verde luna de hoy y mañana.
LA MASCARA
Existen los peligros. Nos esperan.
Atacan solapados.
Si se rompen los vidrios.
una astilla
basta directamente.
Dividida la tribu por tensiones,
salvar nuestro pellejo,
no fue capaz el sur
con sus bondades,
el río con su nieve,
caída como yeso la soberbia
del pedestal postizo.
Por un simple disparo
la dureza
del miedo
hasta las preces.
Vasijas con un fondo de lombrices,
de obscuras vanidades,
comiéndonos el hueso
de los perros
salvado de los muertos.
¡Y vengan a decirme que el espíritu!
¡Y vengan los campeones!
¡Y díganme que todo fue
accidente,
nacer en esta tierra!
Arrecian los peligros
cuando me estoy
muriendo.
ESPLIN
El vocablo es languidez,
la vida y la muerte mía,
en el desván unas hebras,
en su acarreo la hormiga,
un otoño verdadero
con el invierno a la siga.
Mi gente se fue en un barco
a conquistar un destino,
y adiós le digo a la costa
con sus rocas a la vista.
Abrazo de la concordia
que llora a lágrima viva,
la dureza de alejarse
de sus ausentes queridos.
Fumo y me embriago en hoteles
con pena que no termina,
nones de fuerzas mayores,
dejación de mis cubiles,
lanzarme contra las puertas
con mi bolsa del mendigo.
Me cortaron el cordón
que me ataba a los amigos,
el contacto con mi escuela,
el agua de la cocina,
el derecho a una opinión
sobre vegas de cultivo.
Se pierde en el horizonte
la silueta del navío,
pulgar en alto y cansado
de levantar al caído,
tristezas con alfileres,
solitario en mi agonía.
LA VIDA QUE NO QUIERE MORIR
Nos saludamos desde lejos
con la mirada atrabiliaria,
eternos meses en la cueva
sin dirigirnos la palabra,
sangrientos días que se corren
como el billar por la baranda,
y temerosos nos hundimos
con pesadumbres imparciales.
Con la ansiedad de un siervo culto
por el membrete que lo marca,
nos enfrentamos con el sueldo
sin preguntar cómo se gana.
Nos escondemos con pretexto
de una familia que creamos,
de una mujer que nos soporta
con unos niños en la falda,
de pocos bienes que nos unen
con el crujido de la cama,
con nuestro perro que obedece
a nuestra voz cuando lo llama.
Es el terror que nos sorprende
entre teorías y entre prácticas,
en una débil carne floja
que se resiste a los calvarios,
y se nos vienen a la mente
las elocuencias de los santos,
esos perdidos que terminan
con tantos músculos en gracia,
en esa gracia de los ídolos
que no pensaron en su caso.
No te reprocho ni te acuso.
Tampoco digas que me arrastro.
EL GENESIS
Con cuatrocientas y más parejas,
con sendas burras con equipaje,
levantan tiendas los trogloditas.
entran las hijas donde su padre,
de su simiente se fueron llenas
mientras dormía el señor patriarca.
Uno se pierde contando tribus,
generaciones con varias madres,
y casi nunca la poesía
entre los cuernos de los combates.
Es el comienzo después de todo,
el pan, la leche, la ley del hambre,
que las camellas tengan camellos,
que las espigas a tiempo granen,
que un higo quede para el viajero,
que las ovejas produzcan lana.
Eran los siervos de Dios arriba,
los temerosos de sus relámpagos,
los que ofrecían una ternera
cuando llovía para el de abajo.
En paz morían con sus centurias
los guardadores del tabernáculo,
los garañones con embriagueces
sobre las yeguas con su cebada,
sobre las burras con aceitunas,
sobre la esposa con tres mil años.
José en Egipto les dio la vida,
lloró en los hombros de sus hermanos,
partió su hacienda con el hambriento,
trajo a su padre bastante anciano,
murió rodeado de bendiciones
en el exilio como allegado.
Monto en un asno de los desiertos,
de puerta en puerta como un inválido,
a ver si encuentro a mi Benjamín
con las alforjas y mi visado.
Obra: El descubridor maravillado 1957/Naturaleza del ser 1959/Mis provincias 1963/Introducción al sentimiento 1970/El principio del fin1978 /Contacto en Norteamérica 1978/Sonetos de afecto y pensamiento 1979/ Necesidad del paraíso 1980/Así pasan los años 1981/La bala y el lirio1982/Relación de Chile 1984 /Sonetos teologales 1985/ Por el amor hasta siempre 1988/ Diario íntimo
1990/ Costumbres Cortesanas 1990 Cuadernos en limpio 1993/ e-o