EL DIALECTO OLVIDADO DEL CORAZÓN
Qué asombroso es que el lenguaje casi pueda significar,
y aterrador que no lo haga. Amor, decimos,
Dios, decimos, Roma y Michiko, escribimos, y las palabras
cual nación. El francés no tiene palabras para el hogar,
y no tenemos palabras para el placer estricto. Un pueblo
en el norte de la India se está muriendo porque su
lengua antigua no tiene palabras para el cariño. Sueño con
vocabularios perdidos que puedan expresar algo de lo
que ya no podemos. Tal vez los textos etruscos
finalmente explicarían por qué las parejas en sus tumbas
están sonriendo. Y tal vez no. Cuando los miles
de misteriosas tablillas sumerias fueron traducidas,
parecían ser registros de negocios. Pero ¿y si
son poemas o salmos? Mi alegría es la misma que doce
cabras etíopes que permanecen en silencio a la luz de la mañana.
Oh Señor, tú eres losas de sal y los lingotes de cobre,
tan grandes como la cebada madura, ágil bajo el trabajo del viento.
Sus pechos son seis bueyes blancos cargados con
rollos de algodón egipcio de fibra larga. Mi amor es cien
jarras de miel. Los cargamentos de thuya son lo que
mi cuerpo quiere decirle a tu cuerpo. Las jirafas son este
deseo en la oscuridad. Quizás la escritura espiral de Minoan
no sea lenguaje, sino un mapa. Lo que más sentimos
no tiene más nombre que el ámbar, los arqueros, la canela, los caballos y las aves.
.....
por Fausto Marcelo Ávila
(Fuente: Daniel Freidemberg)
No hay comentarios:
Publicar un comentario