Keynes
Cuando en la secundaria nos hablaron de las teorías de John Maynard Keynes y de cómo el entonces presidente Roosevelt se inspiró en ellas para idear el célebre New Deal, que sacaría de la Gran Depresión a los Estados Unidos, se me vino a la cabeza una cuadrilla de hombres con su ropa de trabajo, sudando bajo el sol, cavando zanjas incansablemente, que volverían a salir de noche, cuando se hubieran acostado todos, felices y con fuerzas renovadas, para cubrirlas otra vez, como héroes anónimos, de quienes dependiera que el mundo conservara su equilibrio; nunca me habría imaginado entonces, como descubriría años más tarde, que esos mismos principios se aplicaban a todas las esferas de lo humano: plantar un árbol, escribir un libro, tener un hijo… Algunos mueren, otros nacen y ocupan su lugar, y creen que entienden todo aquello que sus padres tardaron una vida en aceptar que nunca habrían de comprender; y otros piensan que de algún modo lo que hacen podría perdurar y trascenderlos: pasan las estaciones y se borran; gira la tierra y los desaparece.
Traducción de Ezequiel Zaidenwerg Dib
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