ARTHUR RIMBAUD
No amo al hombre
amo la sed que lo devora.
No he visto otra cosa
que no sea desierto
y el imposible anhelo
de ser otro.
He amado también
esa sed
que penetra arrogante
las fauces de lo incierto.
Por cada línea
de mis manos subió terrible
la llama del exilio.
Mí corazón resistía
detrás de todos los adioses.
¿Quién nos impuso
esta voluntad
de consumación y olvido ?
Muertos
los bellos dones
de lo inútil.
La tierra está herida
de finalidad.
Nadie resiste ya
la ardiente desmesura
de sus últimos límites.
Así fue mi vida
sin tregua y sin afanes.
Me agoté
en el vientre
de todas las furias

Pintura
William Blake
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