Curatoría
msrperformance23-Sanbdopoeta•
ELOY CAMPOS LLANOS
POETA1933-1981CHILE
VIENTO EXTRAÑO lib1962 selecΩ
SERÉ OTRA VEZ NIÑO
Desgarraré mi delta en las ventanas
del espacio,
diluire mi origen
en el agua de la vida;
en el crepúsculo dejaré mi voz
grabada en los discos del retorno
y engendraré mi tristeza en cada herida,
en cada hoja húmeda con una lágrima,
y muriendo en el sollozo de la costa,
mis labios pronunciarán: madre;
el canto del alba se detendrá entonces
en la dulzura de tu vientre,
de tu vientre lleno de flores
y de rocío,
porque estarás muerta,
para recibirme otra vez niño,
mi advenimiento estará diluído en la jornada, en cada esquina,
en cada arista de la calle,
esa amargura estará dormida sobre
la tierra, engendrada
en los cielos y en la niebla,
en esa hora una estrella
correrá gritando, están muertos,
y una flor caerá sobre nuestra tumba,
con la última melodía del ocaso,
entonces seré otra vez niño
libre del dolor y de la carne,
durmiendo, madre, para siempre
en tu regazo,
más allá de la música y del aire.
VIENTO EXTRAÑO
Viento extraño
de la tierra
y del océano,
el hombre se perderá
en tu niebla, cargará
las calles sobre sus hombros,
bajará a tus abismos,
para volver
siempre a retornar.
Interpreta su llamada,
abre las frondas
en el musgo de las sombras y esparce
tu aullido
en el apocalipsis de las estrellas;
tu alarido interminable
le dirá, tal vez,
que rompa su carne
en el aliento
huraño de los astros,
que no sea sordo
al clamor de su sangre,
que navegue
en las barcas
plenilunares de su germen.
Viento extraño
de la tierra
y del océano,
ofrenda a la noche
el aliento de las selvas vírgenes
y vierte tu cáliz
en sus labios,
para que perenne
sangren en el ensueño
de la bruma y del agua;
alzate inmenso en tu eclipse
y mira en sus ojos
el rito de las horas;
sólo en ese instante,
comprenderá que el trébol
se hará luna y las manos
convulsas estiradas
al infinito, mazorcas
y ternura,
y que el horizonte
derramará colinas
sobre el camino.
Ante las ondas,
la música seguirá
el pavimento de tu deseo.
Viento extraño
de la tierra
y del océano,
el hombre se perderá
en tu niebla, cargará
las calles sobre sus hombros,
bajará a tus abismos,
para volver
siempre a retornar.
A MI MADRE
Madre, las entrañas
y las rocas, las espigas
y las palabras tienen
el mar de tus ojos,
en las espaldas el silencio,
tu rostro en mi recuerdo,
la bruma de las hojas
en el pensamiento, todo ese canto
lo derramo en la copa de tu aliento
y danzo sobre el viento, diluyendo mi carne que floreció en el calor
de tu cuerpo, y entonces pienso
que construiste mi universo, que formaste
los caminos y las sendas
donde voy vagando,
dejando mis horas en el tiempo.
HEME AQUÍ
Heme aquí
frente a la substancia y la imagen
encerrando en mis espaldas
el principio y el término
uniendo las sombras
cómo ciudades grises,
transportando la luz
en un vaso
adormecido de arena;
heme aquí,
frente a mí mismo,
con mi propia conciencia,
con mi propio reflejo hecho mil espejos, alargándose en mis arterias y en mi estepa profunda;
heme aquí junto al polvo
que se disuelve
como burbuja simbólica;
heme aquí
con mi propia vida,
con mi propia muerte.
LOS CAMINOS DE LA VIDA
Ahí, hay nieve, fronda, cielo,
estrellas trasnochadas, marfil, lodo,
caracolas en espiral, volcanes
y rocas movibles,
designio entre la semiterraza
de algas,
Incognitos sudores,
y allá una ciudad
de amapola y de acero
que abre su vientre
como mujer grávida, mostrando
puertas cerradas
y murallas que vacilan
como dientes de perros con sueño;
sigo mirando,
veo a los caminos
que se alejan unos a otros
siguiendo su viaje en el tiempo,
veo a los hombres cabalgando
en sus propias génesis,
sus bocas son un cuadro
de la madrugada
que bosqueja un río
en loca evolución.
Veo en el ocaso el último planeta
girando y vibrando como émulo
propio de la distancia futura,
donde las horas son huertos
de huesos y de playas maduras.
Veo un puente
que se extiende como barco con luces,
un reguero de sangre se esparce
desde su silencio,
envolviendo el paisaje
con luna
LA CASA SOLITARIA
Aún la recuerdo, se erguía
saliendo desnuda del sueño del misterio,
algo ahogaba su lumbre.
Parecíame que quería besar
alguna visión en las ventanas
del mar,
todo me unía a ella, a su profundo
mutismo;
cuando la noche se esparcía
sobre las riberas,
me adhería a su rostro:
parecía una tarántula
comprimida a mi boca,
un sudor me cubría el cuerpo,
y me sentía difundido
en su hipocondría,
entonces corría llevándola
sobre mis espaldas pequeñas.
Aún la recuerdo, su dolor
se confundía con mi desesperanza,
en ella veía a la muerte
y sollozaba en su misma presencia,
no sé si por querer vivir,
o no poder morir.
Aún su visión llora
en mis ojos y sus lágrimas
se confunden con la senda interminable
de mi desconcierto.
CORTINA
Cortina etérea
soñolienta como un rio de Incienso,
bajo la bóveda del océano
ha quedado dormida tu imagen
y tu fantasía,
una aureola de ensueños
ha navegado en tu brisa
más allá del cielo y un abismo
de misterio ha trasnochado
un poco junto a tu seno;
a lo largo de la tristeza del paisaje
ha vagado el melancólico
anhelo de una playa
hecha verbo junto al remanso
de las estrellas,
y yo como un vagabundo,
como un loco,
he pensado con pensamiento
de astros en la imagen
hecha jirones del trébol,
y he dormido en mi sueño
y he besado el agua,
y mirando a través
de la niebla, he visto
una vez más el suave ondear
de tu aliento,
cortina etérea como el pensamiento.
NADA
Nada. ¿Qué te volviste?
Inmensidad, lo eterno,
lo sin límite, la luminosidad
en el manantial,
tu canto y el precipicio
de tu interminable gemido
Nada. ¿Qué te volviste?
Océano, crepúsculo, mañana;
en la ronda de tu aurora
tocan las cadencias
de mi alma, como un acorde,
como un arpa de tu propio misterio.
Nada. ¿Qué te volviste?
La muerte insondable
que ha de herirme
y también la vida
que me hiere,
la claridad, la sombra,
todo, como la lejanía de los astros
y del recuerdo.
FUEGO NEGRO
Fuego negro,
que mi alma quemas
en el camino astral,
lago sin fondo de mis ojos,
concierto infinito de mis pasos,
milenio nocturno vestido de estrellas,
vino de viñas de sangre
que ahogas mi espíritu
machacándolo en el cristal,
desgarras mi carne
sin dejarla sangrar,
contaminas mis horas
de noches y flores, de males y tierra,
sin dejarlas pasar.
Fuego negro,
veneno que mis labios beben
muriendo de sed,
no te extingues nunca,
nunca dejas de quemar
en mi alma y en mi carne,
sin dejarla sangrar.
Obra: Viento Extraño 1962
/Lejanías y Retorno 1977
Ωre RÍOS√2025
(Fuente: Marcelo Sepúlveda Ríos)
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