viernes, 29 de octubre de 2021

Washington Atencio (Entre Ríos, Argentina, 1986)

 

MAÍZ

Mi madre atraviesa invisible el alambrado
y se pierde en el maizal.
No lleva un vestido vaporoso
tampoco sombrero.
El sol no la daña.

Personas y raíces
se parecen
en estos lados.

Inclina su cara
huele el maíz
lo elige para nosotros.
Comemos de su mano
los granos
como pájaros.

 

 

SEDA ROJA

La mujer arrastra el quimono de amapolas
por un bosque de bambú.
Aprieta contra su pecho el metal
que brilla con los últimos rayos.
No lo esconde.

Es un pájaro de labios dorados
que se desplaza en silencio
y las flores que caen de los cerezos
en un patio lejano
hacen más ruido
que sus pies desnudos sobre las rocas.

Atardece en los lagos y las fuentes
que se espejan y adormecen.
Tierra, mujer y puñal entienden.
Entre las amapolas
casi no se nota la sangre.

 

 

DECIR RÍO

Cómo frenar
la corriente de un
cuerpo que suena
a desborde

cómo empujar
un músculo, recortar
un sonido, alcanzar
con la lengua
el nombre que se ama

cómo decir
río
hombre
deseo
sin que el agua nos atropelle.


CICLO

Dibujo enredaderas en tu cuello
y mi respiración abre
todas las flores. Palpito
la siesta de higueras y naranjos.
Acaricio hasta el rayo que se acuesta
en tu torso
perdido entre fardos.

Anido tu hombro
gorrión apenas.
Me disuelve el horizonte
la noche desgaja mi canto.

Olvido el hambre,
vuelvo a nacer en el trigo
que brota
cuando cerrás los ojos.

 

 

GALOPE CIEGO

Entierro todas las miradas
semilla por semilla
para que puedas nacer.

Vengo del calor
pero aprendí a desconfiar
de la calma.

El frío
otra palabra.
El mar
lengua que se arrastra.

Con la boca sumergida en tierra
gritás trigo, cuchillo, fogata.

Latido seco
voz que se anuda
en tu camisa.

Agarrado a las crines de un recuerdo
beso párpado y horizonte.

Te sueño como se aguarda la lluvia.



(Fuente: Low Fi-ardentía)

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