martes, 26 de octubre de 2021

Piedad Bonnett (Antioquia, Colombia, 1951)

 

 






PIDO AL DOLOR QUE PERSEVERE

 

Pido al dolor que persevere.

Que no se rinda al tiempo, que se incruste

como una larva eterna en mi costado

 

para que de su mano cada día

con tus ojos intactos resucites,

con tu luz y tu pena resucites

dentro de mí.

 

Para que no te mueras doblemente

pido al dolor que sea mi alimento,

el aire de mi llama, de la lumbre

 

donde vengas a diario a consolarte

de los fríos paisajes de la muerte.

 

ABISMOS

 

Porque eres ave que girando en rebeldía

desafía la bruma

la ardua noche

haciéndola más honda y más oscura

y más inmenso el mar

porque eres nave y náufrago a la vez

sin velas y sin anclas

solitario

profanador de todos los confines

potro de sombras desbocado y dulce

para la libertad

y el cielo galopante

hecho de vientos y hecho de huracanes

y sin embargo calmo como el agua

de misteriosos y profundos lagos

porque extraviado pero indiferente

como un rey agraviado deambulas

por los caminos de un imperio en ruinas

porque eres un reloj sin manecillas

un bello loto sobre los pantanos

porque te vi sonriendo en tus orillas

cayendo voy

errática y ardida

en tus oscuros mundos abismales.

 

ALGO HERMOSO TERMINA

 

Todos los días del mundo

algo hermoso termina.

Jaroslav Seifert

 

Duélete:

como a una vieja estrella fatigada

te ha dejado la luz. Y la criatura

que iluminabas

 

(y que iluminaba

 

tus ojos ciegos a las nimias cosas

del mundo)

 

ha vuelto a ser mortal.

Todo recobra

su densidad, su peso, su volumen,

ese pobre equilibrio que sostiene

tu nuevo invierno. Alégrate.

Tus vísceras ahora son otra vez tus vísceras

y no crudo alimento de zozobras.

Ya no eres ese dios ebrio e incierto

que te fue dado ser. Muerde

el hueso que te dan,

llega a su médula,

recoge las migajas que deja la memoria.

 

AHORA QUE YA NO SOY MÁS JOVEN

 

Ahora que ya remonto la mitad del camino de mi vida,

yo que siempre me apené de las gentes mayores,

yo, que soy eterna pues he muerto cien veces, de tedio, de agonía,

y que alargo mis brazos al sol en las mañanas y me arrullo

en las noches y me canto canciones para espantar el miedo,

¿qué haré con esta sombra que comienza a vestirme

y a despojarme sin remordimientos?

¿Qué haré con el confuso y turbio río que no encuentra su mar,

con tanto día y tanto aniversario, con tanta juventud a las espaldas,

si aún no he nacido, si aún hoy me cabe

un mundo entero en el costado izquierdo?

¿Qué hacer ahora que ya no soy más joven

si todavía no te he conocido?

 

ASEDIO

 

                         "Si te ponen miedo mis ojos ausentes, mis ojos noctámbulos,

                                                                                           mis ojos dementes..."

                                                                                              León de Greiff

 

No me culpes.

Por rondar tu casa como una pantera

y husmear en la tierra tus pisadas.

Por traspasar tus muros,

por abrir agujeros para verte soñar.

Por preparar mis filtros vestida de hechichera,

por recordar tus ojos de hielo mientras guardo

entre mis ropas un punzón de acero.

Por abrir trampas

y clavar cuchillos en todos tus caminos.

Por salir en la noche a la montaña

para gritar tu nombre

y por manchar con él los blancos paredones

de las iglesias y los hospitales.

Hay en mí una paloma

que entristece la noche con su arrullo.

Mi noche de blasfemias y de lágrimas.

 

 

(Fuente: La Parada Poética)

 

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