sábado, 30 de octubre de 2021

Charles Simic (Belgrado, ex Yugoslavia, 1938 / EEUU)

 


  





 EL INNOMINADO MÁS PRÓXIMO


 Tan malditamente familiar

 La mayor parte del tiempo.

 Ni siquiera sé que estás acá.

 Mi vida,

 Mi porción de eternidad.


 Un pequeño temblor,

 Como si el frío de la tumba

 Ya me estuviese

 Alcanzando-

 No importa.


 Descartes olió

 Brujas ardiendo

 Mientras él se sentaba pensando

 Acerca de una verdad tan obvia

 Que seguimos fallando en verla.


 Yo tampoco lo supe 

 Hasta hoy.

 Cuando escuché chillar a un pájaro:

 Viene el gato,

 Y me sentí temblar.



 EN LA CALLE


 Belleza, diosa oscura.


 Nos conocimos y separamos

 Como si no nos hubiésemos separado.


 Como dos relojes detenidos

 En la polvorienta vidriera de un negocio,


 Una dorada mañana del tiempo.



 CONDUCIENDO POR ESTOS CAMINOS


 Para qué te sirve

 Quejarte, Charles.

 Los destinos que barajan las cartas

 Son viejos y ciegos.

 Podés encontrarlos 

 En cada hogar de ancianos de Tenessee.


 Un día se te rompe el auto

 En las afueras de cualquier muerto pueblo de molinos

 Con un par de chimeneas en la lluvia,

 Y vos pasás delante del hogar

 Con tu lata de gasolina en la mano,

 Casi rozando los grises ladrillos


 Igual que la más vieja de ellos

 Se pone los anteojos de estrás

 Para leer lo que tienen para decir las cartas

 Ahora que estás empapado

 Y estás a punto de temblar hasta morirte,

 Excepto que todavía no es tu hora.



 EL APUNTADOR


 El que había estado susurrando

 Todo el tiempo en este teatro vacío

 Y cuya voz yo recién escuchaba-

 O imaginé que lo hacía

 Distraído como estaba en mis propios pensamientos.


 Dios ten piedad de mi pobre alma

 Debía ser mi verso,

 Que no me animé a decir

 Con escalofríos recorriéndome la espalda

 Como ratones blancos.


 Y cuando por fin logré hacerlo,

 No hubo respuesta.

 Un aplauso, alguien con una breve risa ahogada

 Es todo lo que yo había esperado

 Y no este gran barrido de nada.



 CIELO OTOÑAL


 En los tiempos de mi bisabuela,

 Lo único que uno necesitaba era una esciba

 Para llegar a ver lugares

 Y perseguir a los gansos en el cielo.

                             *


 Las estrellas lo saben todo,

 Así que tratamos de leer sus mentes.

 Lejanas como son,

 Elegimos susurrar en su presencia.

                                *


 Oh, Cintia,

 Tomá un reloj que ha perdido sus brazos

 Y llevalo de paseo.

 Conseguime un cuarto en el Hotel Eternidad

 Donde el Tiempo para de vez en cuando.

                                   *


 Vengan, amantes de los rincones oscuros,

 Dice el cielo,

 Y siéntense en uno de mis rincones oscuros.

 Hay muchos ceros sabrosos

 En el plato de los maníes esta noche.



 AL QUE EXCAVA UN TÚNEL


 Las penitenciarías aseguradas durante la noche,

 Miles yaciendo despiertos en ellas,

 Así como nosotros también yacemos despiertos, amor,

 Esforzándonos para oír más allá de lo silencioso.

 La borrosa blancura del cielorraso

 De nuestro oscurecido cuarto como una sábana

Arrojada sobre un cuerpo en la morgue helada.


 ¿Escuchás al que excava el túnel?

 Produce un sonido tan leve 

Que podría ser el latido de tu corazón o del mío

 En esta pared contra la que apoyamos nuestras cabezas.

 Con nuestros ojos ahora muy cerrados 

 Como si un carcelero se hubiese detenido a espiar

 A través de la pequeña hendidura de nuestra puerta.

 



 LA DOCTRINA SECRETA


 Psst, psst, psst,

 Es lo que está diciendo la nieve

 A los callados bosques,

 Mientras cae la noche.


 Algo apremia,

 Que no podemos esperar,

 En un sendero que se ha ido a ningún lado,

 Donde me encontré a mí mismo


 Rebasado por copos de nieve

 Con tanto para confidenciar.

 Las ramitas desnudas punzaban sus oídos-

 ¡Dios mío!


 ¿Qué dijeron?

 ¿Qué dijeron?

 Fui fastidiando 

 A cada árbol y arbusto.



 VERDADES SEPARADAS


 La noche cayó sin pedir

 Nuestro permiso.

 Mary tenía un dolor de cabeza,

 Y a mí me dolían los ojos

 De tanto pispear los diarios.


 Todavía podemos descifrar

 Unos pocos viejos árboles en el jardín.

 Ellos lo toman como viene.

 Las verdades separadas

 No les interesan.


 Tendremos que correr por ello, dije,

 Y no tenía ni idea de qué quería decir.

 La llegada de lo inevitable,

 Que extraña dicha que es eso,

 Y no tuve ni idea de qué quiso decir ella.



 FINES DE SEPTIEMBRE


 El camión del correo recorre la costa

 Transportando una sola carta.

 Al final de un largo muelle

 La aburrida gaviota levanta una pata de vez en cuando

 Y luego se olvida de bajarla.

 Hay una amenaza en el aire

 De tragedias creándose.


 Anoche pensaste que oías la televisión

 En la casa de al lado.

 Estabas seguro de que era algún nuevo

 Horror que estaban informando,

 Así que saliste a averiguar.

 Descalzo, en calzoncillos.

 Era solo el mar que sonaba cansado

 Después de tantas vidas

 O haciendo como que corría hacia algún lado

 Y nunca llegaba a ninguna parte.


 Esta mañana, parecía domingo.

 Los cielos hicieron su parte

 Al no arrojar ninguna sombra sobre la vereda

 O la fila de cabañas vacantes,

 Entre ellas una pequeña iglesia

 Con una docena de grises tumbas amontonadas

 Como si ellas, también, tiritasen.





  Estos poemas provienen del libro "The Voice at 3:00 A.M.",

Selected Late & New Poems. Es una antología que recorre 

varios libros de Simic, desde Unending Blues (1986), hasta

Night Picnic (2001), con el agregado de poemas posteriores,

hasta 2003.

 Esta entrada se dedica a estos últimos, siempre en la idea,

tan ilusoria como cualquier otra, de que es probable que to-

davía no hayan conocido una versión en castellano. 





Charles Simic. The Voice at 3:00 A.M. Selected Late &

New Poems. Harcourt, Inc., 2003.


Versiones del inglés: Robert R. Rivas.

 

 

(Fuente: Idiomas olvidados)

 

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