jueves, 28 de octubre de 2021

Sujata Bhatt (India, 1956)

 

 

 

Feminidad

 

He pensado mucho en la niña

que juntaba estiércol de vaca en un canasto

a lo largo del camino principal que lleva de nuestra casa

al templo Radhavallabh en Maninagar.

He pensado mucho en el movimiento de sus manos

Y su cintura, en el odor del estiércol, en el camino polvoso

y en la humedad de los lirios de canna.

He pensado en el hedor, en el aliento del mono, en la ropa recién lavada,

en el polvo de las alas de los cuervos que huelen a otra cosa,

pero de pronto, de nuevo, este olor a estiércol mientras la chica lo recoge.

Esos aromas me envuelven de modo separado pero

simultáneamente.  Y he pensado mucho,

porque me he sentido incapaz de usarla como una metáfora,

usarla como una buena imagen.  No puedo olvidarla, en realidad.

Soy incapaz de explicarle a alguien su grandeza

y el poder de la luz a través de sus pómulos

cada vez que descubre buen, un excelente

montoncito de mierda.

 

(Traducción de Alí Calderón)

 

 

 

 

Reencarnación

 

Los sabios ancianos

de India dicen

que existen ciertas reglas.

Por ejemplo, si amaste

mucho a tu perro,

en tu siguiente vida serás un perro,

pero lleno de recuerdos humanos.

Y si la hija favorita del Rey

amó al jardinero de baja casta del palacio

que se ahogó mientras cruzaba el río

en un pequeño bote durante las grandes inundaciones,

ellos renacerán, con una segunda oportunidad.

Los sabios ancianos de India dicen

que uno a menudo sueña

con la vida que llevaba antes.

 

Hay un león extendido

junto a sus crías.

Su gruesa melena está enredada con pasto seco,

su cabeza inclinada; una dalia polvorienta.

Luego con un estremecimiento,

un súbito sacudir de su cabeza

gime y gruñe

a cuatro crías llorosas.

(Las dejaría escalar

por todo su lomo

si tan solo no estuviera tan hambriento,)

la leona ya está muy lejos

cazando en la más profunda zona del valle:

un oscuro y alto bosque.

Parras de rojas flotes,

serpientes salpicadas de dorado rodeando cada árbol.

Altos helechos,

franjas de helechos bordeando las anchas hojas.

Pero ahora la leona retrocede

hacia un vasto claro.

Levanta su cabeza hacia el este, el oeste:

Oliendo, olfateando.  Sus ojos miran fijos,

urgentes, ella camina como si sus hinchadas y crudas tetas,

rosas y no tan secas, punzaran, dieran comezón

y la incitaran.

Se inclina lo suficiente, temiendo

que sus crías puedan morir.

Ahora hay limpia agua fluyendo veloz,

murmurando sobre rocas, la leona pare, bebe,

su larga y rápida lengua lame, absorbe el agua.

Ahora la leona está vadeando a través, nadando,

su larga cola dorada se apresura por las corrientes;

rotas, heridas paras salpican.

Una brisa calma

como si la tierra apenas respirara.

Hojas caídas, aún verdes,

y enredadas viñas girando en la hoja,

la leona circundando.

Cerca, monos, ardillas,

incluso aves permanecen escondidos, silenciosos.

Un elefante toro muerto se pudre:

baleado, sin colmillos.

 

Tú me sostienes, me meces,

me sacas de mi sueño,

(¿o te soñé yo a ti?).

El pelo se mantiene en tu piel,

tu cuerpo no ha olvidado

cómo moverse como un gato.

Mira, el sol se derrama dorado sobre las paredes,

te vuelves leónido con el amanecer.

Las caderas temblando se relajan,

el lento lamer comienza

gentil sobre las heridas.

 

(Traducción de Andrea Rivas)

 

 

 

 

Una historia diferente

 

1

 

El Gran Dios Pan no ha muerto;

simplemente ha emigrado

a la India.

Aquí los dioses libremente deambulan

Disfrazados de monos o serpientes.

Aquí es sagrado cada árbol

y un terrible pecado

ser descortés con un libro.

Es pecado empujar un libro con el pie,

es un pecado dejar caer un libro

ruidosamente sobre la mesa,

un pecado lanzar de un extremo

al otro del cuarto irrespetuosamente

un libro.

Es importante aprender a dar la vuelta

delicadamente a las páginas

sin molestar a Sarasvati,

sin ofender al árbol

de cuya madera

fue hecho el papel.

 

 

2

 

¿Qué idioma no ha sido

la lengua del opresor?

¿Qué idioma no ha intentado

verdaderamente matar a alguien?

Y cómo puede suceder que después

de la tortura,

después de que el alma

ha sido recortada

con una larga guadaña

abatida sobre la cara del conquistador,

los no nacidos nietos

crecen amando esta lengua extraña.

 

(Traducción de Mario Bojórquez)

 

 

 

 

En  Sherdi y otros poemas
Editorial Círculo de poesía
México, 2018

 

(Fuente: Revista Altazor)

 

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