Para mirarla
raspamos el cielo
y se desprenden las nubes
la lluvia, la centella
lo luminoso, esférico, espacial
desde el primer instante del sol.
Ni aun así
concluye nuestra reyerta contra la inmensidad
como si a la flor
no pudiéramos arrancarla de los cielos, de la tierra
donde cabe lo que se dice de ella
nunca parecido a cuando vive
dentro del largo pasadizo del alma.
Decimos amor
y nos rebasa
la blancura de lo exacto.
Así el ventanal de la flor inalcanzable.
Al barco no se le llama
llega a tierra
sin ningún faro que lo alumbre.
Bajo los pétalos marcha
el viraje de las sombras
el desprendimiento imperceptible del amanecer
aun las cicatrices dobles de los tiempos.
Y la flor, ¿hacia dónde se dirige
si la distancia deja de ser distancia
para ella a quien nadie le impide
estar sin ser notada
como el amor cuando cae a tierra
y no llora el dolor
sabiendo que partió
hasta el último esbozo de equilibrio?
Con los dedos recogemos las raíces.
Con el alma vigilamos
lo que no descubre la mirada.
Ella ni sujeta ni carga.
Es la flor de ningún polo
desierto.
Lo desértico aumenta
si no devolvemos
los oleajes claros de la vinculación.
Si se clava el fruto en la piel
y se hincha
es que el agua nunca existió.
La flor lo supo siempre
sin saberlo como lo sabes tú
como lo sé yo.
La recibió el corazón
se le había atado un pétalo
del que nunca supo dónde comenzaba,
dónde concluía.
Nunca antes habíamos sentido
la presencia de una flor intocable.
Los poemas seleccionados, pertenecen al libro La flor, el barco, el alma (Editorial Diosa Blanca, 1995)
Elizabeth Schön (Caracas, 1921 – Ib, 2007). Poeta, ensayista y dramaturga venezolana. Su obra poética comprende, La gruta venidera (1953), En el allá disparado desde ningún comienzo (1962), El abuelo, la cesta y el mar (1965), La cisterna insondable (1971), Mi aroma de lumbre (1971), Casi un país (1972), Es oír la vertiente (1973), Incesante aparecer (1977), Encendido esparcimiento (1981), Del antiguo labrador (1983), Concavidad de horizontes (1986), Árbol del oscuro acercamiento (1992), Ropaje de ceniza (1993), Aun el que no llega (1993), Campo de resurrección (1994), La flor, el barco, el alma (1995), La espada (1998), Del río hondo aquí (2000), Ráfagas del establo (2002), Las coronas secretas de los cielos (2004), Visiones extraordinarias (2006), Luz oval (2007). En teatro publicó Intervalo (1957), La mudanza (1962), La pensión (1964), La aldea (1967), Lo importante es que nos miramos (1967), Al unísono (1968), La nube y el limpiabotas (1970), Melisa y el yo (1973). En ensayo escribió La granja bella de la casa (2003). En 2004, la Embajada de Venezuela en China publicó su libro de memorias, Apariciones. Entre las distinciones que recibió, destacan, Premio Municipal de Poesía 1971, Orden Andrés Bello, Primera clase 1989, Premio Nacional de Literatura 1994; también fue homenajeada en la décima edición de la Semana Internacional de Poesía de Caracas, en 2003.
(Fuente: Ablucionistas)
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