En el estudio
Entra, y sentada en silencio en el borde de una silla
ve una dama de rostro consumido, una extraña para él,
con un aire de pasada distinción,
y por unos signos leves bien puede suponer
que ha venido casi sin desayunar.
“Vengo a verlo –espero no le moleste–
estoy buscando comprador
para una veintena de volúmenes que tengo
–dejados por mi padre– de las obras
de teólogos ilustres — aunque me afecta
ofrecerlos. Y sonríe
como si la necesidad le fuera desconocida.
“Pero la verdad es que a menudo he querido
—porque me gusta el arte—
dar a mis cuartos un poco de elegancia,
y esos viejos libros son un estorbo.”
Y sigue sonriendo jovialmente, como si fuera
sólo un alegre capricho venderlos
y la Vida, siendo franco, no fuera para ella en realidad
vinagre y hiel, sino fresca y dulce como la miel,
y la Miseria no fuera un esqueleto familiar.
......
Tonos neutros
Estábamos junto al estanque aquel día de invierno,
y el sol estaba blanco, como si Dios lo hubiera reprendido,
y en el suelo famélico yacían unas hojas
caídas de un fresno, y grises.
Tus ojos me miraban como ojos que vagasen
por tediosas preguntas de hace años,
y algunas palabras iban y venían entre nosotros
sobre quién perdió más por nuestro amor.
La sonrisa en tu boca era la cosa más muerta
suficientemente viva para poder morir;
y un gesto de amargura pasó por allí
como un ave agorera en vuelo.
Desde entonces, agrias lecciones de que el amor engaña
y exprime con crueldad han modelado tu rostro para mí,
y el sol renegado por Dios, y un árbol,
y un estanque bordeado de hojas grises.
......
En la cámara nupcial
“¡Oh, esa melodía insistente!”, dice la novia
y se incorpora en el lecho como un fantasma de encaje.
“¿Qué hay con eso?”, pregunta con un sobresalto
el hombre al que desposó ese día,
mientras la banda sigue tocando afuera.
“Es la alegre enhorabuena de los vecinos
por nuestra boda, ingenua mía.”
“¡Oh, es que no sabes!” Ese es el vals apasionado
que mi viejo amor bailaba conmigo,
y mientras dábamos vueltas yo le juraba que nadie,
hasta la muerte, compartiría mi hogar ni mis besos salvo él.
Y él me domina y me hace estremecer,
¡y es a él a quien abrazo cuando te estoy abrazando a ti!
......
[Traducción y fuente: Gerardo Gambolini]
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