martes, 26 de octubre de 2021

Jüri Talvet (Estonia, 1945)

 

 

El sueño de Europa

 


 
Realmente la tarea consiste en multiplicar el cielo azul,
sereno sueño del alba,
y arrancar el velo gris que le cubre los ojos,
ser el lago cristalino que lave su mirada, el bosque
que le ofrezca su lecho de verdura, sin temer ser el océano
          que se despereza, el pozo que se aclara.
La república, obviamente, imita la libertad.
Cada Estado es la impronta de un sello, cada presidente,
un loro de cartón.
En cada república se vuelve a aprender el vuelo de salida
de los artificiosos corredores inventados por el arquitecto inmemorial,
al mismo tiempo que el poder, por sus dulzurronas grietas
          succiona loros y leones,
          garrapatas y hombres.
Conviene recelar de los sectarios, esos orates bárbaros.
Más vale ser un bárbaro pagano, un hombre hasta los pies.
Más vale ser incluso un fanático romano, o un pobre Cristo.
El culpable de todo es el miedo de amar.
No era justo el cándido clamor de la manzana
mientras el fregadero gemía justamente bajo la carga insoportable
de los escrúpulos nocturnos.
No estamos aquí para desparramar inútilmente la cultura:
ésta nace de sí, y luego nos engendra.
Mientras los picos presidenciales callan
y, preñado de gozos, parturiento, plañe Occidente,
          incapaz de dar a luz,
Europa echa brotes invisibles de equilibrio,
siempre verdes, muy cerca del corazón.
 
 
 

en Elegía estonia y otros poemas (2002), incluido en Galerías del alma (25 de octubre de 2020, México, trad. del autor y de Albert Lázaro-Tinaut).
 
 
 
(Fuente: Asamblea de palabras)

 

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