Alguien se inclina cerca
Y ve la sal que desprendieron tus ojos.
Aguardas, esperando escuchar
Palabras de razón, amor o juego
Que te abalance o apacigüe hacia el día vacío
El silencio amasa tu miedo
De cenizas de estrellas desmoronadas
Que caen suavemente
Nublando las habitaciones aquí, aquí.
Apuntalas tu corazón para correr. Para quedarte.
Pero no hay seña o designio que marque el angosto camino.
Luego acaricia tu piel un aliento
La sal que desprendieron tus ojos.
Y recuerdas un llamado claro, tan claro
“Jamás volverás a morir”
Una vez más sabes
Que jamás volverás a morir
*Traducción de Montserrat Pérez
(Fuente: Martín Zúñiga Chávez)
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