martes, 22 de septiembre de 2020

Ramón Andrés (España, 1955)

 

 

Después de leer a Whitman


 

Otra vez, de nuevo aquí,
contento porque a simple vista
……………………………………..reconozco
al menos treinta árboles por su nombre.
Contento, porque cruza un estornino
y ya no me pregunto
a dónde le lleva su prisa,
en qué día cae la fiesta, cuándo la cena.
Si de todas las acequias bajara
………………………………………..un poco de agua
después de esta lluvia,
si de todas las canciones un poco de su letra,
no preguntaríamos
………………………………………..si hoy
es suma, si nublado, lamento o tiempo.
Otra vez, de nuevo aquí,
con la oscuridad del mundo
…………………………….que es su lumbre,
como dice Rilke,
sin haber dejado nada por el camino,
sin haber encontrado más que lo útil
para estar al cabo de las cosas
y no perder aquella luminosidad
que se escinde al llegar a las ramas.
Ya no pregunto
a qué hora termina este momento,
ni por qué al otro lado de estos bosques
hay pescadores que empujan la barca
al mar como si fuera una verdad,
aquellos que antes de la pesca
…………………………………preparan la voz
para que resuene feliz en la lonja,
tan seguros están, y tan completos.
No piensan que los muelles
son una forma de morir,
porque también allí llega la fruta,
la cayena, la soja y el color
de los marinos que pasan de un meridiano
a otro como tú cambias de calle,
y beben
―no es un tópico―
lo comprado en la última isla,
y duermen en lo estrecho y húmedo,
y saben que el mar es para soñar
no más que los algodonales o las dunas
o el reflejo de los álamos
que bordean las carreteras,
………………….y así les dan una prestancia
de ruta
como si condujeran a algún lugar del cielo.

 

 

(Fuente: life vest under your seat)


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