Prólogo necesario
Con la palabra hay que ser cruel cínico
maltratarla
no concederle la caricia que te
hará
su esclavo
Si la has creado impíamente para que
te sirva
¿a qué vienen ahora estas debi-
lidades de eunuco?
Con la mano derecha la pluma
Con la izquierda el látigo
No le dejes levantar cabeza porque
estarás perdido
Don de ubicuidad
Se puede llegar a las
profundidades (claro
está sin olvidar el principio de rotación)
Se puede llegar a las
alturas
En lo uno y lo otro
(así lo quieren los libros)
discurren el dolor y la frustración
el llanto y la soledad
A la alegría
aprendizaje subversivo
le han reservado la
superficie
1984
Es imprescindible
cierta práctica de la medicina
Treinta y siete hombres y tres mujeres aspiran
a verdugo en N. J.
Algunos tienen diplomas universitarios
Sólo cuatro serán los afortunados
Actuarán en pareja
Cada uno aplicará su inyección al condenado
a muerte
Sólo una contendrá la sustancia letal
Por la noche besan a
sus hijos y los cubren
con una manta más porque ya ha comenzado
el invierno
Cosas en su lugar
El régimen ordenó
degollarlo
legal y dignamente
por escribir versos inarmónicos
y alentar contra nuestro modo cristiano
de vida
Hoy tres estudiosos
demuelen sus palabras
descuartizan sus textos diseccionan sílabas
para demostrar la armonía de sus versos
y su modo cristiano de vida
Vuelven a asesinarlo
Esta vez
ilegal e indignamente
Decisiones mínimas
Transplantaremos
branquias a los hombres
¿Para qué río o qué mar?
Les pondremos alas
¿Para qué cielo?
Llegaremos a eliminar
la muerte
¿Para qué vida?
(Fuente: Los poetas no van al cielo)
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