sábado, 27 de junio de 2020

Susana Cella (Buenos Aires, 1954)



PISO Y OJOS NEGROS RECIÉN PULIDOS

 

En todas las habitaciones viene un día en que el hombre
se despelleja vivo
En que cae de rodillas que pide piedad
que balbucea y se vuelca como un vaso
y padece el suplicio espantoso del tiempo
Louis Aragon


Hoy un nacimiento, hoy una fantasmagórica mazmorra
en el cuarto claro cuyo negro piso plástico no era más
/que inmunda ralea
por florilegio descontada de valiosa materia duradera
que llegara, tanto más tarde en gloriosa persistencia.
Padre elocuente y pobres diablos, admiraban
/el mentido brillo
de habitación tenaz, donde no ardió sino la cara rasgada
arañazos, entretenimientos feroces para pasar, en familia,
una tarde apacible, en la casa, un día feriado y de visita
a un hospital en que madre orgullosa, secreteaba sus costu-ras
y alardeaba los ojos negros del chico apenas herido
/en trance de nacer.
Del niño que sería, no poco después de qué golpe en puerta
cadenita sobornada al tiro, mancha y poca cosa. Anteojera.






FUGA DE LA NOCHE

 


Quizá te escapes?
antes de que clareara el opaco día
que no esperabas tan temprano
cuando apenas una chispa en el horizonte
era despertar de un dormir cortado
y volver a la luz pálida o incierta o decretada
para armarte la costumbre
de acicalarte dulcemente
en tu escasa vestidura
después de la trasnochada que fue
arrancarte desechos y suavizar un poco
la piel derruida
en contraste necio de inflamado rojo
y marrón restrictivo.
Quizá te golpeen la sordera
para que no digas más
para que asientas y afirmes
y no tengas sino ceder al sueño de morfina
sin entender si se borraba tu ilusión desvaída
o en liminar segundo no supiste más salida
que esperar codiciando desperezado amanecer
entrecerrado en los ojos de mucha mirada perdida
Húmeda sal de la tierra, eso es todo?
Se murió, eso es todo
y que digan se confirmó el óbito
y esté tu cuerpo enrollado en sábanas cautivas
eso es todo, se murió
y que no encuentren
tu llanto encarecido, tu grito refrenado
y que se lleven en cajas, tiritas y atados
el llano verde de tus preciados anhelos,
un bolso, un monedero, sombras largas
unas horas antes del día que no esperó
tu máximo latido para dejarte tendida
en la cama plana, en la venda podrida
y en una morgue donde te inclinaron
como si aún estuvieras viva.

del libro El Fondo (Ed. Barnacle)
 
 
 
(Fuente: Low filardentía)

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