Pequeños lloros
Yo sé
que va a llover cuando de noche sabe a lluvia el aire.
Lo sé
porque me duele la espalda
y tengo
en la boca canicas de colores de tardes de recreo.
Guardaba
los secretos en cajas de cartón agujereadas
llenas de
gusanos blancos y suaves
y
lloraba cuando decidían volverse mariposas
y cubrirlo
todo con huevos diminutos.
Lloraba
y hacía llorar a la lluvia
Y desconsolada
mojaba los pies en cada charco.
También
tuve galápagos que enterré en cajas grandes de cerillas
y lloré
mucho porque aquellos no se volvieron nada,
decidieron
un día darse la vuelta y esperar a morir panza arriba.
Es
triste siendo niña ver morir pequeños seres
que
tantas horas pasan robándote los ojos.
Descubrir
a la carpa ahogada en su locura
y
cuidar estorninos caídos de su nido
y
muertos desde el instante en que la madre los tira.
Enterrarlos
a todos y cubrir su silencio con flores de jara
e
imitar a los viejos en sus rezos susurrados
y creer
que están vivos porque brilla la noche,
y los
grillos son ellos que se han vuelto fantasmas.
En Preparativos
para un viaje
(Fuente: Papeles de Pablo Müller)
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